sábado, 24 de mayo de 2008

Intersubjetividad (parte III)

Gratis… ¿Gratis? ¡Gratis!

Suena a algo buscado pero difícil de entender cuando, más bien, hemos aceptado que “todo tiene precio”. Pareciera difícil de entender (en ese contexto) la complicidad gratuita de un amigo o amiga, ¡cómo no pedir algo a cambio! Pareciera difícil entender que las cosas y las relaciones pueden ser duraderas ¡Cómo no cambiarlas por aquello que está de moda! ¡Sería aburrido que durara mucho tiempo o para siempre!

¿Difícil de entender? Quizá sea preferible, tan solo, cambiar de posición, mirar desde un punto en el que no estábamos acostumbrados a mirar y, en esa mirada, observar desde el ser humano.

Lo cual es fácil, porque solemos hacerlo todo el tiempo y en distintos momentos, ya que teñimos de subjetividad todo cuanto tocamos.

De la misma manera que, con la indiferencia, reducimos la persona a una cosa que “está ahí” pero que no atrae nuestra atención (como la piedra en el camino, a menos que se meta en nuestro calzado), nos detenemos ante una piedra y le asignamos nombre, le hablamos con cariño, la llevamos a casa y protegemos de la intemperie, la convertimos en un monumento… dejamos nuestro afecto en ella… la teñimos de subjetividad.

Así mismo, a un instrumento, lo tratamos como si fuera una persona. Le damos personalidad a las cosas. Le colocamos nombre a nuestros objetos (casa, fotografías, espacios, …) nos despedimos de lugares que visitamos, nos entristece “dejar sola la casa”… teñimos, esos objetos, de subjetividad, les otorgamos personeidad (1).

Si miramos a las cosas u objetos como a personas, como a sujetos ¿Por qué no mirar a la persona como a un sujeto? Es cuestión de cambiar de lugar y mirar desde otra perspectiva.

¿Cuándo? ¿Cómo?

Martín Buber hablará del Yo - Tú y es que cuando descubrimos en el otro un Tú… las cosas cambian.

No todos son un Tú y no hay un Tú sino con un Yo.

Sólo se descubre al Tú en una relación personal, en el encuentro personal, en el encuentro entre sujetos que se reconocen como tales, únicos, distintos, inconfundibles, incomparables, completos, no acabados, sujetos de amor (2), no objetos de amor.

Siempre es una relación intersubjetiva (entre sujetos) sin condiciones, simplemente porque son un Yo –Tú, con nombre y apellido, con una historia que compartir, por el compromiso por la realización personal del otro. Por eso es gratuito: porque no busca nada del Tú, si buscara algo, algún tipo de satisfacción, sería una relación instrumental: alguien terminaría siendo objeto del otro.

“No me tienes que dar porque te quiera, / pues aunque lo que espero no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera” reza una oración de autor desconocido y alrededor del siglo XVI. Expresa con toda claridad esta relación entre sujetos, en este caso, entre el hombre y Dios; pero bien puede ser tratarse de dos personas humanas.

Para el ser humano no basta con decir que somos seres relacionales, que interactuamos. Si somos personas que inteactuamosm que vivimos nuestras existencias en relación. Pero realizamos esa existencia intersubjetivamente. Nos relacionamos, SI, pero como sujetos. Interactuamos, SI, pero como sujetos.

El hecho fundamental de nuestra existencia humana es que somos intersubjetivos.

No hay una sola dimensión de la persona humana que no necesite, para explicarse, de la intersubjetividad.

No podríamos entender la corporeidad espiritualizada del ser humano si no fuera por que es un ser intersubjetivo. ¿Cómo entender que somos únicos sino en la real posibilidad de relacionarnos como sujetos? ¿Qué sentido tendría hablar, siquiera, de la libertad humana o qué decir de la trascendencia y la capacidad del ser humano de hacer historia, si no fuera porque es un ser autodeterminante, histórico, trascendente en relación y en relación con otros sujetos… intersubjetivo?

El hombre visto desde el hombre, varón y mujer. La humanidad entendida en sentido humano, desde el hombre, no desde perspectivas de mercado o desde ideologías o cualquier tipo de absoluto que quiera imponérsele.

El ser humano no es un ser social, es más que un elemento estructural de la sociedad. El ser humano es un ser intersubjetivo, no se explica a partir de la sociedad. La sociedad se explica desde la realidad humana. Cualquier sociedad sin el hombre no es más que estructuras: un pueblo fantasma que, si no fuera por los seres humanos que vivieron allí, ni siquiera referencias históricas tendría.

Ni siquiera la sexualidad humana puede entenderse sin el hombre (varón y mujer)… pero… de esto… hablaremos más tarde.

Marco Antonio Bellott Pabón

© 24 de mayo de 2008