sábado, 9 de octubre de 2010

¿Yo? A mi estilo

¿Se puede seguir a Cristo sin iglesia?

A lo largo de mi vida, en distintos lugares, he conocido personas, he tenido amigos, que, en algún momento expresaron algo parecido a esto: “Yo creo en Cristo; pero a mi estilo”. ¿tienes alguna experiencia parecida?

Evidentemente seguir a Cristo es una decisión personal, su “ven y sígueme” es una invitación, una propuesta, no un mandato y cada uno puede seguirlo de una manera única. Por ejemplo, Yo, Marco Antonio puedo seguirlo como Marco Antonio y no como Juan Bosco, Ignacio de Loyola, Teresa de los Andes o Marcela, mi mejor amiga.
Pero también es cierto que ese “Ven y sígueme” supone, al menos, dos exigencias: a) hacer el camino que él va a seguir y b) seguirlo junto a los otros que ha invitado y que decidieron seguirlo.
a) Caminar Su camino supone hacer míos los valores que Cristo propone. Si aquellas cosas (gustos, deseos, ideas, ideales, necesidades) que son valiosas, que aprecio y que van guiando mi vida, se contraponen a lo que Jesús valora... mas bien pareciera que me gusta Jesús, es alguien significativo en mi vida... lo admiro; pero no lo sigo.
b) Seguirlo-con-otros-llamados... cuando Jesús fue llamando, uno por uno, personalmente, con nombre y apellido, enseguida fue conformando una comunidad: una comunidad de discípulos que decidieron seguirlo. Esta comunidad encuentra sus raíces en Jesús y con el poder y la inspiración del Espíritu Santo conforman la Iglesia (Comunidad de Fieles Discípulos que deciden seguir a Jesús-Cristo-Dios)
Conocemos casos de algunos que quisieron seguirlo según sus propios valores y expectativas (como es el caso de Judas Iscariote); pero terminaron queriendo amoldar a Jesús a lo que esperaban de Él y, por lo tanto, se decepcionaron... ... ... Lo admiraron, se dejaron atraer por Él, lo siguieron a su manera pero no “terminaron” de hacerse comunidad (iglesia).
Si, tienes razón. También es cierto que muchas veces, en la historia, esta comunidad de discípulos, se miró a sí misma y no miró a Cristo. Terminó siguiéndose a sí misma. Eso supone un otro desafío: seguir a Cristo en comunidad nos obliga a volver la mirada (convertirnos, girarnos) a Él, verificar si nuestras costumbres y exigencias concuerdan con lo que Él valora.

Que este Dios, el que Jesús muestra, inspire en nosotros a través de su Espíritu Santo, la fuerza para detenernos en este camino y mirar si el Jesús a quien seguimos es el de los evangelios. Si no, reorientarnos, como comunidad, hacia Él.


Marco Antonio Bellott Pabón