miércoles, 7 de febrero de 2018

Así es la vida

Acerca de lo que hacemos

Así es la vida, le dijo un amigo a su amigo, mientras iban de camino, conversando sobre lo que les había ocurrido.
Quizá solo sea búsqueda de consuelo, quizá impotencia expresada como abandono a una voluntad o destino que no alcanzamos a comprender y que, por lo mismo, está fuera de nuestras manos.

Así es la vida...

... ¿cómo es la vida?

La vida escapa a nuestras definiciones o expectativas, ella misma es un misterio que nos sobrepasa, por un lado sigue sus propias reglas (las de la biología... las de la física... las de la química) y al mismo tiempo, escapa a todas ellas. Si, es cierto, todo organismo vivo responde a las reglas de la vida y es afectada por los fenómenos físicos y químicos sin poder escapar a ellos y, sin embargo, no hay manera de explicar cómo una célula puede tener vida propia a partir de unos componentes, que no tienen vida.

... ante la vida... solo resta la maravilla.

La vida sigue su curso y... ¿nosotros?... establecemos relaciones, percepciones, conceptualizaciones, significados...

¿y sobre nuestras vidas?
... yo soy responsable de las formas en que voy interpretando mi jornada, mi historia.

miércoles, 24 de enero de 2018

¿Sagrado?

Respetos incondicionales

No tengo certeza acerca de cuando comencé a tener conciencia de lo sagrado en mi vida; quizá después de los nueve años. Lo que si tengo un poco más claro es que no tuvo que ver con una cierta conciencia de Dios. De hecho, creo que no tenía problema alguno para mencionar o referirme a Dios y no por eso experimentar lo sagrado.
No intentaré exponer una definición de sagrado o de su opuesto, lo profano, sino unos aprendizajes después de estos más de cuarenta años en los que me he relacionado de diferentes maneras con lo sagrado o desde lo sagrado.
Parece que estamos acostumbrados a guardar respeto (en nuestras formas de comportarnos) frente a lo sagrado, desarrollamos una manera de hablar, movernos, caminar e interactuar con otros que suele ser diferente al comportamiento fuera de ese espacio sagrado una ritualidad de comportamientos que terminan siendo más o menos intocables. Recuerdo que hace años, adentrándome en la cosmovisión aymara (no recuerdo con precisión si era leyendo a Hans van den Berg o Domingo Llanque) aprendía acerca de una ritualidad expresada en la forma de saludar, ir de visita o ser recibido en casa de un aymara del altiplano cercano al lago Titicaca.
Cuando aun era un niño aprendí que si daba mi palabra a otra persona "por mi honor scout" no necesitaba dar otra prueba de que así sería. Eso ya era suficiente garantía.
He ido aprendiendo que hay ámbitos que son sagrados... digamos... intocables, indiscutibles, incondicionales que debieran poder ser respetados por todos, pero también aprendí que si bien el valor de la palabra empeñada es valiosa en sí misma, aun así, aprendemos a que puede no ser cumplida utilizando mecanismos para liberarnos de ese compromiso; por ejemplo, cruzar los dedos, inventar una excusa, mirar a otro lado...
Parece que es más fácil distinguir ámbitos de lo sagrado en el contexto de experiencias religiosas y, desde allí, referirnos a lo profano como aquello que es diferente de lo sagrado terminando por circunscribir lo sagrado a palabras, objetos, territorios o edificaciones destinadas a algún tipo de culto.
Ya en este punto parece inevitable pensar, entonces, que hay palabras y comportamientos que deben ser los correctos (o incorrectos), buenos (o malos), adecuados o necesarios a un ambiente sagrado.
Un niño/a no sabe de estas cosas... se mueve y juega con espontaneidad no sabe de sagrados y, quizá solo imita lo que los demás están haciendo.

Pareciera que lo sagrado va siendo el resultado del modo en que nos relacionamos más que la consecuencia de una realidad...

¿Existe lo sagrado?

Si miro desde el testimonio de fe de los primeros discípulos de Jesús, ese judio de Nazareth; descubro la fe en la ENCARNACIÓN: El Dios que no es ajeno a la historia del hombre se hace carne humana desde el óvulo fecundado de una mujer, crece y aprende a ser humano en un pueblo, el Judío, en un momento histórico específico: el Imperio Romano de Cesar Augusto mediado por tiranías político religiosas como la de Herodes y los sumos sacerdotes del Templo.

Este hombre, Jesús de Nazareth, que ha ido haciéndose humano en el día a día como cualquiera de nosotros, este Dios que ha asumido la realidad humana hasta las últimas consecuencias rompe con cualquiera de las creencias sobre sagrado y profano. Sacraliza lo profano (hace divino al ser humano) y profano lo divino (humaniza a dios). Ya no será necesaria una casta sacerdotal mediadora. Dios es Padre, el hombre es hijo de dios y... todos somos hermanos que no podemos desentendernos de nuestro futuro.

viernes, 14 de marzo de 2014

¿Quien soy? (ii)

Yo y mis relaciones.

La respuesta a ¿quien soy? no está definida. La vamos definiendo en nuestra historia, a partir del tipo de relaciones que vamos construyendo y de cómo éstas impactan en nuestro ser. Nuestro ser humano personal.

Una vez escuché decir... "Sabe Padre, usted tiene que ver con mi vocación: si yo soy el cura que soy es; porque me dije, no quiero ser como él".

Yo no recuerdo que mis padres hayan desaprobado mis decisiones, no recuerdo un "no está bien", "no hagas esto"... no recuerdo que alguna vez me hubieran prohibido fumar o beber (de hecho, nunca les pedí permiso para hacerlo). ¿marcaron límites? Seguro que si... pero no recuerdo que desaprobaran mis acciones o las pusieran en duda.

Recuerdo que siempre fueron apoyadores.
Quizá en silencio lloraban mis metidas de pata, quizá mi madre estaba siempre al pendiente; pero ni me enteraba.

¿Mis amigos? Los amigos que he tenido, nunca me exigieron nada a cambio para ser su amigo, quizá porque yo mismo me sentía seguro de mí... no se... lo cierto es que nunca me exigieron nada... ni yo a ellos... De hecho, ahora que trato de recordar quizá siempre fui (no se si consciente o inconscientemente) diferente, de alguna manera un extranjero. Mi infancia la desarrollé en el extranjero y aunque nunca me sentí así seguro que más de una vez sucedieron cosas que me hacían dar cuenta de que lo era. Cuando volví a mi patria, también era un adolescente distinto entre adolescentes, hasta por el hecho de ni saber cómo vestir para ir al colegio. Si, un adolescente algo extranjero (de hecho extraño y extranjero tienen la misma raíz) y aun así no recuerdo que mis amigos me exigieran actuar de una u otra manera o exigir que me adapte a sus formas de ser y hacer.

Quizá por eso, cuando fui religioso salesiano, me sacaban ronchas frases que hacían alusión a que había que demostrar la vocación, (en realidad, nunca que preocupé de demostrarla... Yo, simplemente, era). Poner a prueba la fe (casi sonaba como poner a prueba el amor: ¿porque no me demuestras que me quieres? Creo que ambientes así van minando la imagen que uno tiene de sí mismo.

Aunque en la vida nos encontramos con personas que pareciera se deleitan con ser gratuitamente nuestros enemigos... aquellas que dejan huellas, por sus palabras o sus gestos, en nuestras vidas... son aquellas que, en el amor, significan más para uno. Quienes te aman gratuitamente. A las que no necesitas darles nada a cambio para que te quieran y por ello, simplemente, te aman.

Marco Antonio Bellott Pabón

Puedes leer también Quien soy

jueves, 3 de octubre de 2013


Tristeza y melancolía

En la tradición de los ejercicio espirituales ignacianos se previene que una de las armas utilizadas por el demonio consiste en hacer que la persona se vaya alejando de los otros: miedo, vergüenza, tristeza, melancolía, una especie de tobogán hacia el desánimo y la depresión, cada vez más ensimismado en los propios pensamientos o en los propios sentimientos.
Investigaciones dan cuenta que mujeres que enviudan logran vivir más tiempo que los varones en situaciones similares porque desarrollan más fácilmente vínculos y redes con otras personas después de la muerte de su ser querido.
Cuando salimos de nosotros mismos y nos encontramos con otras personas estimulamos funciones en nuestro cerebro. Muchas veces nuevas neuronas son estimuladas potenciando el desarrollo de la flexibilidad neuronal... conversaciones, solución de necesidades, ponerse al servicio de otros, compartir tiempo y juegos.
En este sentido también llama la atención que asesinos en serie demuestren no haber desarrollado habilidades de empatía, por lo menos, con sus víctimas. (A propósito, la empatía facilita ponernos en lugar del otro, valorarlo, comprenderlo, entablar algún tipo de relación).
San Juan Bosco, educador piamontés, solía decir “tristeza e malinconia, fuora della casa mia” (fuera de mi casa la tristeza y la melancolía) y santo Domingo Savio, un joven que falleció antes de cumplir los quince años, solía decir “nosotros hacemos consistir la santidad en estar alegres”. ¿no es verdad que se hace difícil resistirse a compartir el tiempo con alguien que es alegre y contagia alegría? ¿como no encontrar motivos para la alegría cuando lo que hemos recibido es tan inabarcablemente maravilloso?

“(...) tú has puesto en mi corazón más alegría
que cuando abundan el trigo y el vino.
Me acuesto en paz y en seguida me duermo,
porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.” (Sal 4, 8)

La confianza del hijo que se acuesta sabiendo que su madre o su padre están velando por ellos sin importar si son los mejores o peores hijos del mundo, sólo son sus hijos, hijas amadas.

“¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando tú viste mi aflicción
y supiste que mi vida peligraba,
no me entregaste al poder del enemigo,
me pusiste en un lugar espacioso.” (Sal 31, 8)

El amor, presencia-cercanía-misericordia gratuita de Dios no sólo es un don (gracia) sino que se convierte en una tarea: ¿¡cómo no compartir tanta fuente de alegría!? por eso nos toca a ti y a mi ser esa mirada compasiva, esa mano tendida para sujetar al hermano que va cayendo, esa palabra dulce y firme para ayudar a crecer al hermano que puede perderse en el camino, ese corazón cercano que no juzga sino que se pone al lado del hermano para hacer con él su camino, aun cuando no sea el mejor del mundo y así, poder ir haciendo realidad el grito del salmo: “Anúnciame el gozo y la alegría: / que se alegren los huesos quebrantados.” (Sal 51, 10), haciéndonos, de esta manera como un sacramento: signos y portadores del amor de Dios a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

“El que practica misericordia, que lo haga con alegría.” (Rm 12, 8)

Marco Antonio Bellott Pabón

jueves, 9 de mayo de 2013


Todopoderoso


Los medios de comunicación se han ido convirtiendo en las ventanas por donde miramos la realidad y, aun cuando estas ventanas se han multiplicado y potenciado gracias a la internet y las posibilidades de estar conectados, pareciera que solemos buscar el mismo estilo de información... seguimos tendencias... pareciera que estamos más abiertos al mundo y a la diversidad y, sin embargo estamos más ensimismados.

En una visión económica del hombre y de la historia nos acostumbramos a calcular nuestras decisiones en función del beneficio, una relación de costo-beneficio de tal manera que podemos llegar a aceptar ciertos niveles de agresión y violencia siempre y cuando reporten algún tipo de beneficio, como sentirse aceptado. Por ejemplo está el caso de los jóvenes que aceptan ser maltratados en los mechoneos con tal de ser parte de “un grupo”, incluso he oído que algunos ya le llaman la “prueba”, al estilo de las pruebas tribales que se realizan como requisito para ser reconocido como un hombre o una mujer dentro de la tribu. Esto se repite en las familias, en las escuelas, en las sociedades pudiendo llegar a acostumbrarnos a que otro ejerza poder sobre nosotros... lo cierto es que tarde o temprano encontraremos alguien más débil sobre quien ejercer, también, poder para equilibrar de alguna manera la balanza a nuestro favor.

“Hay que imponerse” dirán algunos, de otros habrás oído algo parecido a “¡ya verá que aquí mando yo!” y en algunos ambientes aun cuando no se hagan evidentes frases como esas, si se observa una pugna por imponer ideas, visiones, seguridades.

La resurrección del Cristo muestra la victoria de la impotencia, del Dios impotente -como lo llamará Bonhoeffer- del Dios que salva, no haciendo alarde de su poder sino, muriendo en cruz, necedad para los sabios (como dirá san Pablo). Por lo mismo, la resurrección no es una manifestación masiva al estilo de los medios de comunicación, sino un proceso de encuentro y reencuentro con los discípulos, un camino de descubrimiento de su Señor-amigo-maestro, un reencuentro que supone, para el discípulo, hacer un camino y descubrir a Jesús en los signos fundamentales de su presencia, tal cual nos lo cuentan cada uno de los relatos de la resurrección.

En la historia podremos seguir viendo que cada vez que alguien quiera imponer algo a otro, seguro que buscará hacer algún tipo de sacrificio a su IDOLO.

El Dios de Jesús no se impone... se acerca a la orilla enciende la fogata para calentar a los discípulos y darles algo de comer o entra  a la sala y pregunta si tienen algo de comer.

Ojalá tú y yo nos podamos reencontrar con este Cristo resucitado, ojala lo descubramos en su Palabra o en los hermanos o en la eucaristía. Seguro que ese encuentro no quedará infecundo.

Marco Antonio Bellott

martes, 29 de enero de 2013

¡Maestro, te seguiré a donde quiera que vayas!


Entre decirlo y hacerlo

Hace tiempo, en una revista especializada en catequesis de la editorial salesiana de Madrid, aparecía una muy bonita imagen para trabajar con la técnica del fotolenguaje, en ella estaba un muchacho, casi gritando de entusiasmo, con su mochila a cuestas y caminando detrás de Jesús ¡maestro, te seguiré a donde quiera que vayas! y, en segundo plano, se veía a Jesús caminando hacia una montaña empinada. El dibujo estaba muy bien logrado.
En el evangelio de Mateo encontramos la misma exclamación pero esta vez Jesús responde al escriba que dice que lo seguirá «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».(Mt 8; 19-20)

Pareciera que si uno quiere seguir a Jesús y al mismo tiempo tener seguridades no está ni vislumbrando el camino a seguir. Nosotros tenemos una ventaja respecto a los primeros discípulos: sabemos que el camino que siguió Jesús le llevó a la cruz. Por cierto no terminó allí, pues la resurrección fue el resultado-principio-promesa.
Pero, ¿cómo saber si el camino que recorremos lo hacemos siguiendo las huellas del Maestro?, más aún, cuando cada día nos enfrentamos al silencio de Dios, a la impotencia de Dios, cuando parece estar ausente del mundo, de mis decisiones y de las decisiones de quienes construyen esta civilización.

Seguir a Jesús no está exento de dificultades, es más, como diría san Ignacio de Loyola, si no hubieran dificultades habría que preguntarse si estamos siguiéndole (no lo decía exactamente así, por cierto).

En nuestro país, las estadísticas indican que aun los cristianos (católicos, evangélicos y “a su manera”) son un porcentaje significativo de la población y aquello ¿asegura que los valores que la animan sean los valores del MAESTRO?

La manera en que los primeros discípulos de Jesús podían saberlo (aun cuando no siempre lo entendían) era estando atentos a sus palabras y a sus acciones. Sí, en el camino de Jesús no había donde reclinar la cabeza, aunque, de seguro no faltó donde hacerlo; pero (y lo sabemos con seguridad) tuvieron muchos momentos de diálogo con Jesús; a veces individuales y otras tantas, en grupo, en comunidad y, en comunidad, también fueron testigos de las acciones de Jesús. Sin embargo, tuvo que llegar a ellos el Espíritu Santo,para que la mayoría de las enseñanzas de Jesús les hicieron sentido.

Seguir a Jesús no está exento de dificultades y no proporciona seguridades pero se vive en comunidad (haciendo comunión), se vive de cara a Él y se vive, en el silencio, escuchando las mociones del Espíritu Santo.

Que este tiempo de vacaciones sea, para ti y para mi un tiempo de contemplación y recordando a la estrella de Belén no nos quedemos deslumbrados con su belleza sino que entremos al pesebre a adorar a ese niño que... de Dios... pocas apariencias tiene.
Marco Antonio Bellott Pabón

viernes, 16 de noviembre de 2012

En las pequeñas cosas

El otro día, algún tipo de grupo incivilizado, en la noche de brujas, arrojó un huevo a la ventana de mi casa. El ruido nos asustó, quedamos perplejos sin poder terminar de entender aquel comportamiento. Es probable que después de este acto se hayan reído y pasaran a otra casa a hacer lo mismo, así, solo por el acto compulsivo de “divertirse” a costa de otros.

Traigo a la memoria aquel hecho porque quiero recordar una frase de un profesor, un maestro de espiritualidad, que solía repetir que el martirio se prepara en las pequeñas decisiones de cada día. Llegar a ser testigo de Cristo, dando la vida por Él no es fruto del azar, uno puede llegar a dar testimonio con su vida cuando ha ido aprendiendo, en las pequeñas cosas, a hacerlo.

No hay aprendizaje si no hay espacios de reflexión acerca de lo que hacemos.

Los padres tenemos la primera responsabilidad educativa al respecto. Se dice que una de las crisis de nuestro tiempo es que, en las familias, no se ponen límites a los hijos, no se  les dice NO, cuando debe decirse. Yo creo que eso puede ser también insignificante en la educación de los hijos porque al fin y al cabo sólo podemos estar expresando nuestras propias frustraciones y limitaciones, no se trata de decir No hagas esto o aquello, sino de DETENERNOS a pensar sobre lo que hacemos, aquilatarlos, ver que trajo de bueno, proponernos en familia lograr “cosas” juntos y sentarnos a ver si las vamos logrando y si no... ver, juntos, la forma de lograrlo -aprender de nuestros errores-. En estas pequeñas cosas, en estos pequeños momentos de la vida de familia, en esos pequeños tiempos-diálogos-conversaciones ayudamos a nuestros hijos e hijas a construir su propia conciencia y, seguro, se van forjando para decisiones mayores. Aún más, van fortaleciendo su autoestima porque alimentan su seguridad personal incluso ante el violento que puede agredirlos desde fuera no sólo con un huevo sobre la ventana, sino con la exclusión, con la violencia del armado, con el grito y el insulto de quien no tiene argumentos para plantear sus ideas (que no es lo mismo que convicciones) o con la imposición de leyes injustas que, como dice Tomás de Aquino, no son leyes.

Estamos, como cristianos, viviendo un año muy especial, el año de la fe, llegar a dar testimonio (martyria) de ese don que hemos recibido en el bautismo se irá construyendo en las decisiones, en los pequeños compromisos de cada día, en este año de la fe y muy cercano al mes de María te invito a mirar cómo ella, habiendo recibido una noticia compleja, no se ensimisma, sino que va donde su prima Isabel y se pone a su servicio, no de palabra... y todo cuanto “la sobrepasa” lo guarda en su corazón. lo que nos recuerda muy bien la frase de la carta de Santiago “muéstrame tu fe sin obras, yo te mostraré mi fe por mis obras” (St 2, 18).

´Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme´. Los justos le contestarán entonces: ´Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?´. Y el rey les dirá: ´Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron´. (Mt 25, 34-40)

Marco Antonio Bellott Pabón