Premiamos el primer lugar, a los que alcanzan los mejores promedios, quizá luego decimos que hay cosas más importantes pero, en realidad, terminamos premiando lo que decimos que no es tan importante.
Después decimos que los valores han cambiado, cuando en realidad enseñamos a apreciar, a dar importancia, unas cosas (realidades, situaciones, ideas,sentimientos) MÁS QUE OTRAS.
Yo me eduqué en una escuela en la que no es importante competir sino correr en equipo; pero... está bien competir, querer ganar... es cuestión de pensar en las grandes empresas, en los grandes descubrimientos, en los inventos más memorables... el fracaso, el error... no fueron pérdida de tiempo, más bien, fueron el inicio de algo nuevo, de logros nuevos.
Te comparto estos videos que acaban de inspirar estas lineas:
Mostrando entradas con la etiqueta relatividad de valores. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta relatividad de valores. Mostrar todas las entradas
viernes, 1 de abril de 2011
martes, 13 de octubre de 2009
Sobre todo
Dios, el único absoluto.
Cuando era pequeño y estudiábamos el catecismo a partir de preguntas y respuestas, había una que decía "¿para qué te ha creado Dios?" a lo que aprendimos a responder "Para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida." (Todavía recuerdo la pregunta y su respuesta)
A lo mejor en ese momento no comprendíamos su significado, sin embargo permanecía en nuestra memoria hasta encontrarle un sentido.
Hace unos años, en una de mis clases sobre axiología y comportamiento moral conversaba con mis alumnos acerca de aquellos valores que convertimos en absolutos. Evidentemente ahora no entraré en toda la reflexión pero nos hace mucho bien recordar que a medida que buscamos caminos para conocer mejor a Dios, para amarlo (lo que supone un acto de voluntad que se va haciendo vez por vez, día a día, y supone, por lo mismo, una decisión) y servirlo hallamos el camino de nuestra realización personal, porque nos encontramos ante Dios, sin límites, sin prejuicios, cara a cara, tal cual somos, Él nos conoce plenamente, no hay miedo a defraudarlo porque no tiene expectativas sobre nosotros, no espera nada a cambio de su amor, ni siquiera espera que cambiemos.
Por el contrario, cuando buscamos o construimos nuestros "absolutos" a partir de la realidad que nos rodea, simplemente elegimos una limitación.
Me explico:
El dinero (el poder, el trabajo, la democracia, la patria, el estado, el partido político, la ideología -cualquier bien posible e imaginable-) es una realidad valiosa, es un bien que nos permite adquirir bienes que ayudan a mejorar nuestra calidad de vida; sin embargo, cuando lo convertimos en un absoluto (lo colocamos por encima de todo) ya no importa ni la familia, ni los amigos, y cualquier otro interés queda subordinado a poseer más dinero. Incluso se termina por ser infeliz cuando no se logran las ganancias esperadas.
A veces, hasta nuestras ideas personales las convertimos en absolutos y no admitimos ningún tipo de discusión o contrapropuesta.
Cuando sacamos a Dios de nuestras vidas, es más que probable que terminemos construyendo absolutos a partir de cosas, ideas, o sentimientos y, por lo tanto, las endiosemos. Ya verás lo pronto que encontrarás unas víctimas que ofrecer a estos nuevos dioses.
¡Que bueno que en el camino de nuestra vida hay un llamado de atención que nos recuerda este peligro: "Amarás al Señor tu Dios, con toda tu alma, con toda tu mente y todo tu corazón..."!
Dios, el Dios de Jesucristo, este Dios que es una comunidad de amor nos abre a infinitas posibilidades de realización. No necesitamos pisar a nadie, no necesitamos utilizar a nadie, no necesitamos eliminar vidas para alcanzarlo, no necesitamos cerrar las puertas a ninguna persona porque cabemos todos, ni siquiera necesitamos esforzarnos por alcanzarlo porque ya hemos sido alcanzados, Él se encarnó, nos amó de manera incomparable, se puso a nuestro servicio, se hizo siervo.
Por eso conocerlo, amarlo y servirlo, más que un destino, se convierte en una invitación, en una tarea inclusiva y facilitadora de la realización humana.
"Vengan benditos de mi Padre" (Mt 25,34)
Cuando era pequeño y estudiábamos el catecismo a partir de preguntas y respuestas, había una que decía "¿para qué te ha creado Dios?" a lo que aprendimos a responder "Para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida." (Todavía recuerdo la pregunta y su respuesta)
A lo mejor en ese momento no comprendíamos su significado, sin embargo permanecía en nuestra memoria hasta encontrarle un sentido.
Hace unos años, en una de mis clases sobre axiología y comportamiento moral conversaba con mis alumnos acerca de aquellos valores que convertimos en absolutos. Evidentemente ahora no entraré en toda la reflexión pero nos hace mucho bien recordar que a medida que buscamos caminos para conocer mejor a Dios, para amarlo (lo que supone un acto de voluntad que se va haciendo vez por vez, día a día, y supone, por lo mismo, una decisión) y servirlo hallamos el camino de nuestra realización personal, porque nos encontramos ante Dios, sin límites, sin prejuicios, cara a cara, tal cual somos, Él nos conoce plenamente, no hay miedo a defraudarlo porque no tiene expectativas sobre nosotros, no espera nada a cambio de su amor, ni siquiera espera que cambiemos.
Por el contrario, cuando buscamos o construimos nuestros "absolutos" a partir de la realidad que nos rodea, simplemente elegimos una limitación.
Me explico:
El dinero (el poder, el trabajo, la democracia, la patria, el estado, el partido político, la ideología -cualquier bien posible e imaginable-) es una realidad valiosa, es un bien que nos permite adquirir bienes que ayudan a mejorar nuestra calidad de vida; sin embargo, cuando lo convertimos en un absoluto (lo colocamos por encima de todo) ya no importa ni la familia, ni los amigos, y cualquier otro interés queda subordinado a poseer más dinero. Incluso se termina por ser infeliz cuando no se logran las ganancias esperadas.
A veces, hasta nuestras ideas personales las convertimos en absolutos y no admitimos ningún tipo de discusión o contrapropuesta.
Cuando sacamos a Dios de nuestras vidas, es más que probable que terminemos construyendo absolutos a partir de cosas, ideas, o sentimientos y, por lo tanto, las endiosemos. Ya verás lo pronto que encontrarás unas víctimas que ofrecer a estos nuevos dioses.
¡Que bueno que en el camino de nuestra vida hay un llamado de atención que nos recuerda este peligro: "Amarás al Señor tu Dios, con toda tu alma, con toda tu mente y todo tu corazón..."!
Dios, el Dios de Jesucristo, este Dios que es una comunidad de amor nos abre a infinitas posibilidades de realización. No necesitamos pisar a nadie, no necesitamos utilizar a nadie, no necesitamos eliminar vidas para alcanzarlo, no necesitamos cerrar las puertas a ninguna persona porque cabemos todos, ni siquiera necesitamos esforzarnos por alcanzarlo porque ya hemos sido alcanzados, Él se encarnó, nos amó de manera incomparable, se puso a nuestro servicio, se hizo siervo.
Por eso conocerlo, amarlo y servirlo, más que un destino, se convierte en una invitación, en una tarea inclusiva y facilitadora de la realización humana.
"Vengan benditos de mi Padre" (Mt 25,34)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)