sábado, 31 de enero de 2009

Nacidos para la extinción

Sobreviviendo a la fatalidad.

Sí, con total precisión, esa es una potente verdad: El ser humano, varones y mujeres, es un sobreviviente.
Gozosa y exitosa experiencia de vida que no tiene explicación en la evolutiva realidad en la que estamos sumergidos.

¿Cómo es eso?

La evolución cambia para mejor. Por lo menos esa es la hipótesis fundamental: Una mayor especialización, una mejor adaptación. Órganos, extremidades; funciones más perfectas para sobrevivir en la naturaleza ya sea como depredadores o presas, carnívoros, insectívoros, hematófagos, herbívoros, ... ... ... Cada una de las especias nacen ya listas para la vida, las más... listas para sobrevivir por sí mismas. Algunos vivientes... requieren ciertos cuidados sociales; pero biológicamente están listos para vivir...

El ser humano NO.

Somos seres deficitarios.
Nacemos desnudos, sin un pelaje que nos proteja de la intemperie.
Si hubiera depredadores cerca ya estuviéramos (hace tiempo) muertos.
Y si no los hubiera de igual manera hubiéramos muerto porque no nacemos con instintos primarios suficientemente fuertes como para alimentarnos por nosotros mismos.

Somos tan indefensos y deficitarios que aun cuando han pasado una veintena de años, seguimos necesitando de aprendizajes y para lograr algunos de ellos, a veces, tropezamos con la misma piedra varias veces.

Siiiiiiii.

No tenemos lo suficiente para vivir y SIN EMBARGO acá estamos... haciendo historia. No solo nos adaptamos a cualquier habitat, sino que creamos nuestros propios espacios vitales.

Apenas tenemos alrededor de 30.000 años y somos unos vivientes exitosos, hemos creado civilizaciones, las hemos destruido, desarrollamos conocimientos y tecnología y superamos cada una de nuestras deficiencias con el uso creativo de nuestra inteligencia, la cual ha ido superando todos los límites en los que la naturaleza material está circunscrita.

Sobreviviente indómito que crea sentidos, que se mueve en un mundo de significados. Que los interpreta de acuerdo a sus propias experiencias para poder seguir construyendo otros nuevos.

Marco Antonio Bellott
enero - 2009