domingo, 4 de julio de 2010

Esperando... esperando...

"No esperábamos que fueses así."

Marco Antonio Bellott

Hace mucho años atrás, un alumno mío (tenía 14 años) se acercó a mi y me contó que había embarazado a su polola (que tenía 15). Él, quería tener al bebé y hacerse cargo de él (como decía)... pero, alrededor de él habían varias personas que estaban decepcionadas de él.

Estoy pensando, en este momento, en los primeros que siguieron a Jesús. Algunos esperaban que fuese quien restaurara el Reino de Israel, el Reino de David... después de un tiempo, cuando vieron que sus acciones (las de Jesús) no iban a provocar la revolución que esperaban... se decepcionaron...


Jesús no llegaba a sus expectativas. Algunos se fueron, otros se distanciaron y después volvieron a ser del grupo de sus discípulos. También estaban aquellos que veían en Jesús un maestro, alguien a quien seguir para restaurar la religión de Israel, afianzar el poder del Templo, levantar, como estandarte, los símbolos de Israel frente al imperio romano... También se decepcionaron de Jesús cuando vieron que, más bien, los llamaba "cueva de ladrones" (Mc 11,17).

Hasta los más cercanos de sus discípulos llegaron a decepcionarse de Jesús cuando comenzó a decir cosas como que "el hijo del hombre debía sufrir..." (Mc 8, 31) a tal punto que Pedro le reprende y Jesús llega a decirle "Apártate de mí, Satanás" (Mc 8, 33).


Jesús los decepcionó.


¿Los decepcionó o se decepcionaron?
Definitivamente se decepcionaron. Esperaban algo más de Jesús, ciertamente no tenían claro que fuera el Hijo de Dios... pero esperaban algo más de él y... en realidad... todo los iba a llevando (así parecía) al fracaso de cada una de sus expectativas sobre él.

Jesús, en cambio, no espera nada de sus discípulos. Solamente los invita a seguirlo, les propone un estilo de vida, les plantea poner en el centro de sus valoraciones a la persona, en especial aquellas que tienen menos posibilidades de realización. Les propone una relación personal con Dios, como padre de todos, no de unos cuantos que se creen sus dueños o piensan tener el poder de manipularlo a su antojo como si se tratara de saber conjuros mágicos con los que pueden controlar a las fuerzas divinas.


Si... Jesús, el Dios que Jesús nos revela... viene a nuestro encuentro y nos invita a seguirlo. Sucede que el amor acepta al otro sin esperar nada a cambio y sin pedirle nada a cambio.


Que nuestra única deuda con los demás sea la del amor mutuo (Rm 13,8).