Mostrando entradas con la etiqueta sequela christi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sequela christi. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de enero de 2013

¡Maestro, te seguiré a donde quiera que vayas!


Entre decirlo y hacerlo

Hace tiempo, en una revista especializada en catequesis de la editorial salesiana de Madrid, aparecía una muy bonita imagen para trabajar con la técnica del fotolenguaje, en ella estaba un muchacho, casi gritando de entusiasmo, con su mochila a cuestas y caminando detrás de Jesús ¡maestro, te seguiré a donde quiera que vayas! y, en segundo plano, se veía a Jesús caminando hacia una montaña empinada. El dibujo estaba muy bien logrado.
En el evangelio de Mateo encontramos la misma exclamación pero esta vez Jesús responde al escriba que dice que lo seguirá «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».(Mt 8; 19-20)

Pareciera que si uno quiere seguir a Jesús y al mismo tiempo tener seguridades no está ni vislumbrando el camino a seguir. Nosotros tenemos una ventaja respecto a los primeros discípulos: sabemos que el camino que siguió Jesús le llevó a la cruz. Por cierto no terminó allí, pues la resurrección fue el resultado-principio-promesa.
Pero, ¿cómo saber si el camino que recorremos lo hacemos siguiendo las huellas del Maestro?, más aún, cuando cada día nos enfrentamos al silencio de Dios, a la impotencia de Dios, cuando parece estar ausente del mundo, de mis decisiones y de las decisiones de quienes construyen esta civilización.

Seguir a Jesús no está exento de dificultades, es más, como diría san Ignacio de Loyola, si no hubieran dificultades habría que preguntarse si estamos siguiéndole (no lo decía exactamente así, por cierto).

En nuestro país, las estadísticas indican que aun los cristianos (católicos, evangélicos y “a su manera”) son un porcentaje significativo de la población y aquello ¿asegura que los valores que la animan sean los valores del MAESTRO?

La manera en que los primeros discípulos de Jesús podían saberlo (aun cuando no siempre lo entendían) era estando atentos a sus palabras y a sus acciones. Sí, en el camino de Jesús no había donde reclinar la cabeza, aunque, de seguro no faltó donde hacerlo; pero (y lo sabemos con seguridad) tuvieron muchos momentos de diálogo con Jesús; a veces individuales y otras tantas, en grupo, en comunidad y, en comunidad, también fueron testigos de las acciones de Jesús. Sin embargo, tuvo que llegar a ellos el Espíritu Santo,para que la mayoría de las enseñanzas de Jesús les hicieron sentido.

Seguir a Jesús no está exento de dificultades y no proporciona seguridades pero se vive en comunidad (haciendo comunión), se vive de cara a Él y se vive, en el silencio, escuchando las mociones del Espíritu Santo.

Que este tiempo de vacaciones sea, para ti y para mi un tiempo de contemplación y recordando a la estrella de Belén no nos quedemos deslumbrados con su belleza sino que entremos al pesebre a adorar a ese niño que... de Dios... pocas apariencias tiene.
Marco Antonio Bellott Pabón

martes, 16 de octubre de 2012

¿De quien es el crédito?


El resto quizá solo sea vanidad

Hace unos años, con un grupo de estudiantes estábamos preparando el material para una de las actividades en un retiro espiritual, cuando terminé de hacer uno de los dibujos mi amiga dijo, marco, ahora tienes que poner tu firma -el dibujo no había quedado muy bonito -. Nos reímos y seguimos preparando el material.
Estamos acostumbrados a citar autores o reconocer el crédito de los autores en la obra que desarrollan. Es un acto de justicia ¿verdad?

Con cuánta mayor razón ¿cómo no reconocer “la autoría” de las personas que hacen el bien? Definitivamente... es un acto de justicia y... además... debiera ser multiplicador de conductas similares. Por aquello de la FUERZA DINÁMICA DEL EJEMPLO.

En el Nuevo Testamento encontraremos algunas cosas interesantes al respecto:

  • San Pablo nos anima a no cansarnos de hacer el bien (2 Tes 3, 13)
  • Jesús recuerda que «nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija» (Lc 8, 16)
  • y también recuerda... «cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6, 2-3)

Ser cristiano es seguir a Jesús: «Tú, ven y sígueme» (Lc, 18, 22; Mt 1, 21; Mc, 10, 21; Mt 8, 22; Lc 9, 59; Mt 9, 9) lo demás no es importante. Tu ven y sígueme, hacer el bien es comprometerse con los valores, con la causa de Jesús, amar a Dios con todo toda la mente, con todo el corazón, con toda la fuerza del alma y al prójimo como a uno mismo (Lc, 10, 27) genera hacer el bien.. tú, ven y sígueme. Lo demás no es importante. Si buscas el aplauso seguro que sigues tras tus propias huellas... Tú ven y sígueme. Ni siquiera tú mismo te aplaudas... solo haz el bien. Ni siquiera el paraíso como recompensa debiera ser tu motor y tampoco hacer el bien por hacer el bien, porque si hacemos el bien es porque haciéndolo es a Él (Jesús) a quien servimos, a Él a quien amamos, a Él a quien seguimos.

Cuando no exasperas a tus hijos (Col 3, 21) es a Él a quien le tienes paciencia o le dedicas tiempo, cuando dices una palabra de cariño a tu pareja, es a Él a quien le diriges esa palabra de cariño; pero seguro esto no sería posible, de verdad, si no encontraras la fuente misma del encuentro... de rodillas... ante el sagrario, presencia real de Jesús hecho eucaristía. Seguro que es más difícil encontrar a Jesús en mis hermanos si no lo he encontrado antes en La Palabra y en la Eucaristía.

Deseo para ti y para mi que aun cuando merecemos el crédito por la autoría de nuestras acciones, no seamos nosotros quienes lo busquemos. Hagamos, sólo, el bien.

Ah... y si no te sale... no te preocupes, Él (Jesús) ya vino antes para reconciliar tu corazón herido y cansado y se hace sacramento, sacramento de reconciliación.

Marco Antonio Bellott Pabón