domingo, 24 de febrero de 2008

Sobre la libertad

Hace muchos años un amigo preguntaba a su maestro porqué, para seguir a Cristo, había que renunciar a cosas, situaciones o personas a las que uno no quisiera renunciar (No hizo la pregunta tal cual la escribo ahora; pero ese era su sentido).

El maestro le respondió que no se trataba de renunciar sino de elegir.

Cuando tomamos decisiones optamos de entre varias posibilidades y es evidente que alguna de ellas no será favorecida. No se trata de renunciar, sino de elegir, aunque ello suponga algunas renuncias (como escoger sabores para un helado: preferiré algunos sabores, los otros se quedarán en el mostrador).

Uno de mis alumnos, en un curso de antropología, me decía que no era posible que el hombre fuera libre, que es una ilusión de los sentidos o que nos enseñaron a creer en ella, pero que, en realidad todo ya está escrito.

Es evidentemente que en nuestro lenguaje usamos frases como “todo está escrito”, “Lo que dios quiera”, “la historia se repite por ciclos”, “lo que pasó volverá a pasar”, “dios lo quiso así”… Pero también pasa algo curioso: se acostumbra leer el horóscopo o hacerse leer el Tarot, en otros lugares se lee el futuro en las vísceras de animales o en hojas de coca o en la borra del café… en fin… como que las personas buscan saber lo que pasará (lo que está escrito); pero al mismo tiempo, una vez que encuentran la información que buscaban, si no es de su agrado tratarán de cambiar “ese destino”.

Que curioso ¿no? Pareciera que asumimos un destino establecido pero al mismo tiempo (¿inconcientemente?) sabemos o intuimos que no es así, que podemos hacer algo para revertir eso que “parece” estar escrito.


Las leyes físico-químicas expresan la determinación [1] que existe en todo cuanto forma parte del mundo material (magnetismo, gravedad, feromonas, hormonas, homeostasis, energía, etcétera, etcétera) pero también existe otro tipo de programación: el instinto, que es un comportamiento preprogramado. Una programación que incluso aquellos animales que realizan aprendizajes, lo hacen en el contexto de los límites de su propia programación instintiva, es decir, no pueden aprender más de aquello que tienen programado poder aprender: su aprendizaje tiene límites.

Por ejemplo, los estudios hechos con Gorilas (está el famoso estudio de la gorila llamada Lucy) que aprendieron a comunicarse a través de señas demostraron que aun pudiendo aprender llega un momento en que no aprenden más; incluso se determinó que estaban en condiciones similares que un niño de dos años. Por su parte, ese niño seguirá desarrollando su capacidad de aprender, abrirá nuevos espacios de aprendizaje, relacionará conceptos y realidades y generará nuevos conocimientos, tecnología, sociedades… (la lista podría ser interminable.)

En el mundo animal los comportamientos se circunscriben a los propios límites instintivos. Como seres humanos somos parte de este mundo animal y aunque hay quienes hablan de instintos en el ser humano (por ejemplo instinto materno, instinto de supervivencia…) a lo más podemos referirnos a ellos como tendencias primarias fundamentales, quizá, me arriesgaría a decir que los únicos comportamientos instintivos que tenemos funcionan al momento del nacimiento y se agotan en él: son comportamientos programados para que el ser humano naciente pueda comenzar a vivir. Me refiero a comenzar a respirar, al funcionamiento de los músculos de la boca que permiten succionar para poder ser amamantado y otros similares en los que no interviene la conciencia ni el estímulo de las relaciones humanas.

En todos los demás comportamientos iremos aprendiendo a ser cada vez más autónomos; pero no como algo automático, sino condicionado al tipo de relaciones que se vayan estableciendo entre las personas a nuestro alrededor.

Si en el mundo animal el instinto de supervivencia es el más fuerte y a él están ligados los de defensa, reproducción, territorialidad, alimentación; en el ser humano ni siquiera éstos son determinantes. De hecho encontramos a personas que eligen no defenderse del agresor (y los motivos son diversos: éticos, políticos, valóricos o…). Sabemos de personas que deciden no comer (algunas por que quieren hacer dieta o por motivos religiosos, o porque son coherentes a sus principios político-sociales,…) y si hablamos de instinto maternal, solemos encontramos con noticias que señalan a madres que matan o maltratan a sus hijos.

Si hubiera, en el ser humano, comportamiento instintivo, no seríamos libres: no podríamos actuar de otra manera que no sea la programada en el instinto.

La verdad es que lo hacemos. Incluso decidimos actuar en contra de nosotros mismos.

Somos libres. La persona humana es libre. Pero no es libre absolutamente. La libertad humana es una libertad condicionada en sí mismo, por ser corpóreo (piensa en los límites de la corporeidad). No podemos hacer todo lo que quisiéramos, somos seres humanos.

Afirmaciones como “yo puedo hacer todo cuanto quiera” a veces solo puede generar frustraciones causadas por la ignorancia sobre nosotros mismos.

Somos tan limitados que animales e insectos tienen capacidades que nos superan con ventaja: mejores sentidos de supervivencia, más eficientes sistemas reproductivos, mejor adaptación a territorios, estructuras orgánicas que los hacen más capaces para trasladarse de un lugar a otro del planeta… en fin… como seres humanos somos bastante deficitarios.

¿Pero sabes que? El ser humano ha sido capaz de superar cada una de esas limitaciones naturales con su inteligencia y creatividad:
- ¿No puede volar? / Desarrolló tecnología capaz de permitirle volar.
- ¿No tiene visión nocturna tan perfecta como la de otros animales? / Desarrolló tecnología para detectar rayos infrarrojos o ultravioletas o para mirar a través de otros objetos.
- La lista podría ser casi interminable ¿no cierto?

La persona humana ha superado sus propias limitaciones generando mayores y mejores espacios de autonomía.

Pero recuerda: no es una libertad absoluta (irrestricta, ilimitada). La libertad humana está condicionada por factores socioculturales (creados por el mismo ser humano a partir de las mismas relaciones entre personas), normas de comportamiento, leyes, estructuras sociales,…; por factores físico-químicos (fuerza de gravedad, magnetismo, altura sobre el nivel del mar, hipovitaminosis, carencia de minerales, hormonas secretadas por las diferentes glándulas que nos componen,…); pero quizá aquello que puede llegar a autodeterminarnos son los factores psíquicos: somos nosotros mismos, la percepción que tenemos de nosotros mismos, la imagen que creamos de nosotros, aquello que valoramos, lo que al final de cuentas determinará nuestro comportamiento, nuestras elecciones.

Si. Somos libres, ejercer la libertad es nuestro derecho; pero no tenemos derecho a hacer todo lo que queremos, a hacer cuanto se nos ocurra de manera absoluta porque la libertad humana es una libertad condicionada. Por eso el derecho a ejercer la libertad estará condicionada (entre muchos condicionamientos, fundamentalmente) al derecho de los demás a ejercerla.


Un elemento esencial para entender la libertad humana es la conciencia, la capacidad de darnos cuenta de nosotros mismos. Esta conciencia sólo se despierta al descubrir al otro como sujeto, como persona. De ello hablaremos más adelante.


Marco Antonio Bellott Pabón
© 24 de febrero de 2008

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[1] Determinar hace referencia a fijar los términos de algo. Por lo tanto un comportamiento determinado es algo que se espera sea así: Si incorporo hidrógeno a oxígeno espero que dos moléculas de hidrógeno se unan a una de oxígeno y conformen agua… o que cristales de azúcar se disuelvan al contacto con un medio líquido y… así sucederá.