domingo, 8 de febrero de 2009

¿Quien soy?

Cuando la verdad es un encuentro.

Realmente no es una pregunta novedosa; sin embargo las respuestas nunca se repiten, dependiendo de quien la conteste e incluso si uno mismo volvió a hacerse la pregunta… y aun así la respuesta termina siendo una sola: “Yo soy yo”.

- ¿Quién eres?
= Yo soy Francisco Pérez.
- No te pregunté ¿como te llamas?, sino ¿Quién eres?
= Pues soy… un estudiante.
- No te pregunté ¿Qué haces?, sino ¿Quién eres?
= Soy hijo de Federico Pérez y Antonia García.
- No te pedí que me dijeras ¿Quiénes son tus padres?, sino ¿Quién eres?
¿Te encontraste alguna vez con un diálogo semejante?

Yo si. Y encontraba rasgos de desconcierto en quienes intentaban responderse la pregunta.

- Yo y mis circunstancias… soy.
- Yo y mi tiempo… soy.
- Yo con otros… soy.
- Yo y mis relaciones... soy

Cuando miramos los objetos que nos rodean y nos damos cuenta que somos distintos… no somos “eso”, comenzamos a identificar nuestro YO.
El día en que, frente a nuestra mamá o papá, descubrimos que no éramos ellos, imitando nos apropiamos de nosotros mismos… comenzamos a identificar nuestro yo.
Si ya te enamoraste, recordarás que fuiste encontrándote más y más a ti mismo, porque querías ir al encuentro de esa persona que atrajo tu atención por encima de otras. Comenzaste a identificar tu YO.

Yo soy YO. No hay otro como YO. Ni siquiera mi clon (mi hermano gemelo univitelino, con quien compartimos la misma carga genética) es Yo, ya que él construye su propio YO.

Yo tengo un nombre y apellido, vivo en un determinado lugar, en un determinado tiempo, tengo una mirada particular de la realidad en la que vivo, he adquirido ciertas habilidades y las he aprendido a desarrollar, adquiero mayores y mejores competencias para vivir en esta sociedad del siglo XXI, amo a personas concretas y soy amado por ellas y abandonado a la confianza de ser amado sigo expresando amor de la manera que he aprendido a amar, aun sabiendo que mi pareja espera gestos de amor de acuerdo a la manera en que ella aprendió a amar.

Soy tan yo que es innegable mi soledad existencial…soledad que solo termina cuando descubro en lo más profundo de mí al Ser que subsiste y por quien existo, aquel de quien San Agustín dijera “intimior intimo meo” (más íntimo a mí que yo mismo): Dios, que se nos reveló en Jesús de Nazaret, el Khrystós, como Comunidad Trinitaria de amor y nos planteó un cambio de relación… Relacionarnos como hijos, llamar a Dios Abbá: papi.

¿Quién soy?
Yo soy el hijo amado. Mi vida es un himno al amor de mi papá. Mi padre me ama personalmente a mí. Hasta se tomó el tiempo de contar mis cabellos. Aun si me fui de su lado… Mejor aun, porque me alejé, porque me desfiguré, cuando dejé de verme como Yo y me convertí en cosas, en objetos, aun cuando me vendí o me volví asesino de mi hermano… aun con toda esa historia de autodestrucción… Él, mi papi, más íntimo a mí que yo mismo… permaneció conmigo, esperando que yo decida volver, para hacer una fiesta el día de mi regreso a casa.

Sí, yo soy Yo.

Marco Antonio Bellott Pabón
Febrero, 2009

viernes, 6 de febrero de 2009

Todo el mundo

Cuando surge algún evento que afecta el medio ambiente, las especies animales que viven allí quedan afectadas; algunas, incluso, hasta la extinción.

Los animales dependen de su medio ambiente. Existe una dependencia entre necesidad y satisfactor: y la principal necesidad (no la única) es la de alimentarse para poder sobrevivir.
Conocemos de animales que se alimentan de un tipo específico de hojas, entonces, son más susceptibles a los cambios climáticos.
Cualquier desequilibrio en la escala alimenticia afecta a las especies que viven en un determinado territorio. Su hábitat.
Los sentidos de los animales se han especializado para un determinado territorio: están vinculadas a él  porque pueden satisfacer sus necesidades. (Por necesario entiendo aquello que no puede estar ausente o ser suplido. De otra manera no sería necesario) El ser humano también recibe información parcelada del ambiente en el que vive (de hecho cada uno tiene su propio punto de vista, el lugar desde donde mira) sin embargo a los limitados estímulos que puede recibir los supera ampliamente con las percepciones que genera de su entorno: está en un determinado punto pero puede percibir las montañas a su alrededor, levantar la mirada y gozar del color del cielo en ese amanecer o al caer la tarde y celebrar la vida más allá de las necesidades surgidas.

Es interesante que el animal dependa de sus instintos para poder sobrevivir... y como los instintos no se equivocan... sobreviven exitosamente cuando encuentran lo necesario para satisfacer sus necesidades.
El ser humano, en cambio, se equivoca, le toca decidir y como parte de sus decisiones a veces opta por determinarse, hasta poner en riesgo su supervivencia; pero en este caso la de él, no la supervivencia de la especie.

"El animal capta y conoce parte del mundo lo que necesita del mundo, y eso es para él «todo el mundo». El hombre está abierto a todo el mundo, o mejor, a todo el ser” (1)

Marco Antonio Bellott 
Febrero, 2009

(1) Valverde, Carlos (1994, 118).