martes, 10 de julio de 2012

Me conoces


El amor conoce y acompaña

Hoy quiero proponerte escuchar (rezar,cantar,danzar) este Salmo (Sal 138, 1-15):
«Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
* * *
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.»

¿Donde huir de tu rostro Yahvéh? quizá fuera más fácil que pudiéramos relacionarnos con Dios en determinados momentos de oración, postrarnos ante él en actos de sumisión y adoración y, después, seguir cada uno con nuestras vidas, como si Dios no existiese. Resulta que está total y plenamente presente, más íntimo a nosotros mismos que nuestra propia conciencia. No está como un observador que mira de lejos lo que sucede o como los dioses de la mitología griega que aun interviniendo, modifican la vida del hombre para “jugar”, para pasar el tiempo.

Este Dios, al que canta este salmo y que me habla a través de él, es... … ... tan íntimo y tan presente porque es amor y... porque es amor... no es una presencia indiferente. Quizá su silencio da la impresión que no interviene; seguro que es porque respeta y espera la respuesta libre del hombre (varón y mujer). No podría ser de otra manera, si no, no sería amor.

Este Amor conoce total e íntimamente al ser humano, de tal manera, que no necesita que el hombre le pruebe nada ya que ama al hombre con pleno conocimiento de quien es. Por eso espera nada del hombre y, al mismo tiempo, espera todo de él. Por eso...
... está completamente comprometido con su historia personal -mi historia, tu historia- precisamente porque sabe quienes podemos llegar a ser.

Así que siendo ya alcanzados, tú y yo, vayamos a refugiarnos en su corazón:

«Vengan a mi los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."» (Mt 11, 28-30)

Marco Antonio Bellott P.