martes, 16 de octubre de 2012

¿De quien es el crédito?


El resto quizá solo sea vanidad

Hace unos años, con un grupo de estudiantes estábamos preparando el material para una de las actividades en un retiro espiritual, cuando terminé de hacer uno de los dibujos mi amiga dijo, marco, ahora tienes que poner tu firma -el dibujo no había quedado muy bonito -. Nos reímos y seguimos preparando el material.
Estamos acostumbrados a citar autores o reconocer el crédito de los autores en la obra que desarrollan. Es un acto de justicia ¿verdad?

Con cuánta mayor razón ¿cómo no reconocer “la autoría” de las personas que hacen el bien? Definitivamente... es un acto de justicia y... además... debiera ser multiplicador de conductas similares. Por aquello de la FUERZA DINÁMICA DEL EJEMPLO.

En el Nuevo Testamento encontraremos algunas cosas interesantes al respecto:

  • San Pablo nos anima a no cansarnos de hacer el bien (2 Tes 3, 13)
  • Jesús recuerda que «nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija» (Lc 8, 16)
  • y también recuerda... «cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6, 2-3)

Ser cristiano es seguir a Jesús: «Tú, ven y sígueme» (Lc, 18, 22; Mt 1, 21; Mc, 10, 21; Mt 8, 22; Lc 9, 59; Mt 9, 9) lo demás no es importante. Tu ven y sígueme, hacer el bien es comprometerse con los valores, con la causa de Jesús, amar a Dios con todo toda la mente, con todo el corazón, con toda la fuerza del alma y al prójimo como a uno mismo (Lc, 10, 27) genera hacer el bien.. tú, ven y sígueme. Lo demás no es importante. Si buscas el aplauso seguro que sigues tras tus propias huellas... Tú ven y sígueme. Ni siquiera tú mismo te aplaudas... solo haz el bien. Ni siquiera el paraíso como recompensa debiera ser tu motor y tampoco hacer el bien por hacer el bien, porque si hacemos el bien es porque haciéndolo es a Él (Jesús) a quien servimos, a Él a quien amamos, a Él a quien seguimos.

Cuando no exasperas a tus hijos (Col 3, 21) es a Él a quien le tienes paciencia o le dedicas tiempo, cuando dices una palabra de cariño a tu pareja, es a Él a quien le diriges esa palabra de cariño; pero seguro esto no sería posible, de verdad, si no encontraras la fuente misma del encuentro... de rodillas... ante el sagrario, presencia real de Jesús hecho eucaristía. Seguro que es más difícil encontrar a Jesús en mis hermanos si no lo he encontrado antes en La Palabra y en la Eucaristía.

Deseo para ti y para mi que aun cuando merecemos el crédito por la autoría de nuestras acciones, no seamos nosotros quienes lo busquemos. Hagamos, sólo, el bien.

Ah... y si no te sale... no te preocupes, Él (Jesús) ya vino antes para reconciliar tu corazón herido y cansado y se hace sacramento, sacramento de reconciliación.

Marco Antonio Bellott Pabón