domingo, 18 de noviembre de 2007

Fuera de contexto

Los días pasados ha dado la vuelta al mundo la demanda "¿por que no te callas?" del rey de España, don Juan Carlos I y observando noticias o comentarios o blogs, sobre ello, uno se da cuenta de la diversidad de opiniones que se generan, especialmente a partir de una frase sin contexto, descontextualizada. Si hasta pareciera que el prepotente es el rey. Cuando, en realidad, es la exclamación de aquel que llegó al límite con los exabruptos de alguien que se educó en las mejores escuelas del autoritarismo.

Pero no me interesa charlar sobre eso, simplemente me sirve de ejemplo porque ¡muchas veces! sacamos de contexto al hombre, a la persona humana y se tocan temas humanos pero descontextualizados. Es como si definiéramos un beso como una yuxtaposición de los músculos orbiculares de la boca o como intercambio de fluidos. Fisiológicamente hablando estaría correcto; pero inmediatamente nos damos cuenta que esa definición no explica lo que es el beso, ya que los significados que genera, las sensaciones y los sentimientos que provoca y el tipo de reacciones humanas que causa superan, por mucho, esa definición fisiológica.

Es que lo fisiológico está ligado al cuerpo, está sujeto a las leyes físico-químicas, se refiere a un aquí y a un ahora (dentro de las coordenadas de tiempo y espacio). El ser humano es, también cuerpo, es también corporeidad. Digo "es" y no "tiene". Se tiene un libro en la mano y se lo deja... no por ello deja de ser la misma persona; se tiene un pantalón, me lo pongo y me lo quito y sigo siendo el mismo. Quítame el cuerpo... dejo de ser quien soy.

Sin la corporeidad no se entendería al ser humano: sería ridículo hablar de sexualidad humana o de luchar por derechos sexuales y reproductivos. ¿Para qué cuidar la salud del cuerpo si solo es un accesorio?, ¿Qué sentido tendría enamorarse de la mirada de alguien, si ella (la mirada) no la representa?; el sonido de la palabra, la voz humana ¿solo un accesorio? ¡Tan personalizado, tan distinto, tan único! ¿solo un accesorio?; ¿para qué acariciar? sería algo parecido a sujetar una muñeca, acariciarla, besarla, tomarla, dejarla, volver a jugar, siempre lista para mis juegos; pero sin jamás hallar correspondencia... es solo cuerpo, es solo materia. ¡Claro, podrías objetar que la diferencia está en que la muñeca es un objeto sin vida y el cuerpo tiene vida! y, a este punto, te sugiero que leas mi artículo del mes pasado, los párrafos sobre "la vida" (para no volver sobre el tema).

Es que el cuerpo no es una cosa (objeto) que se tiene. La corporeidad es una dimensión esencial del ser humano, lo explica, "manifiesta lo que de él no vemos". Nos manifestamos en él, somos y existimos corpóreamente, sin él no somos.

No hay nada que el ser humano haga que no pase por el cuerpo. No hay ninguna manifestación humana que no pase por la corporeidad. ¡Piénsalo!

¡El pensamiento! ¡Lo hallé!...

¿Te has puesto a pensar cómo pensamos? Pensamos con imágenes, pensamos con palabras. Las mismas ideas, que son totalmente incorpóreas, para ser pensadas por nosotros necesitan que les demos forma o les pongamos palabras, conceptos.

Hasta los estudios de la psicología del aprendizaje ya han demostrado que cuando se estimula psicomotricidad (el movimiento de los músculos y sus capacidades) en los niños se están estimulando capacidades del pensamiento; que cuando se acaricia a un bebé, esa forma de contacto corporal le está enseñando a amar y a sentirse amado.

Si. No tenemos un cuerpo, somos seres corpóreos.

Por eso es aberrante que cuando se habla de derechos sexuales y reproductivos se reduzca el ser humano a sensaciones, fluidos y procreación.

Los animales están pre-programados a un comportamiento sexual procreativo, movidos por olores (periodos de celo) y fluidos. La sexualidad animal está determinada a la mantención de la especie, por eso procrean y no pueden dejar de hacerlo, dentro de su sistema instintivo, a fin de generar un nuevo animal fuerte y saludable, para sobrevivir (los débiles y enfermos no procrean).

Lo mismo podríamos decir de toda aquella ideología o creencia religiosa que quita valor al cuerpo, a la corporeidad, esperando que llegue la muerte para "liberarse de estos males".

Evidentemente, la corporeidad no es la única dimensión del ser humano: no explica todo cuanto somos; pero, de eso, conversaremos más adelante.

Marco Antonio Bellott P.
© 24-11-2007