jueves, 9 de mayo de 2013


Todopoderoso


Los medios de comunicación se han ido convirtiendo en las ventanas por donde miramos la realidad y, aun cuando estas ventanas se han multiplicado y potenciado gracias a la internet y las posibilidades de estar conectados, pareciera que solemos buscar el mismo estilo de información... seguimos tendencias... pareciera que estamos más abiertos al mundo y a la diversidad y, sin embargo estamos más ensimismados.

En una visión económica del hombre y de la historia nos acostumbramos a calcular nuestras decisiones en función del beneficio, una relación de costo-beneficio de tal manera que podemos llegar a aceptar ciertos niveles de agresión y violencia siempre y cuando reporten algún tipo de beneficio, como sentirse aceptado. Por ejemplo está el caso de los jóvenes que aceptan ser maltratados en los mechoneos con tal de ser parte de “un grupo”, incluso he oído que algunos ya le llaman la “prueba”, al estilo de las pruebas tribales que se realizan como requisito para ser reconocido como un hombre o una mujer dentro de la tribu. Esto se repite en las familias, en las escuelas, en las sociedades pudiendo llegar a acostumbrarnos a que otro ejerza poder sobre nosotros... lo cierto es que tarde o temprano encontraremos alguien más débil sobre quien ejercer, también, poder para equilibrar de alguna manera la balanza a nuestro favor.

“Hay que imponerse” dirán algunos, de otros habrás oído algo parecido a “¡ya verá que aquí mando yo!” y en algunos ambientes aun cuando no se hagan evidentes frases como esas, si se observa una pugna por imponer ideas, visiones, seguridades.

La resurrección del Cristo muestra la victoria de la impotencia, del Dios impotente -como lo llamará Bonhoeffer- del Dios que salva, no haciendo alarde de su poder sino, muriendo en cruz, necedad para los sabios (como dirá san Pablo). Por lo mismo, la resurrección no es una manifestación masiva al estilo de los medios de comunicación, sino un proceso de encuentro y reencuentro con los discípulos, un camino de descubrimiento de su Señor-amigo-maestro, un reencuentro que supone, para el discípulo, hacer un camino y descubrir a Jesús en los signos fundamentales de su presencia, tal cual nos lo cuentan cada uno de los relatos de la resurrección.

En la historia podremos seguir viendo que cada vez que alguien quiera imponer algo a otro, seguro que buscará hacer algún tipo de sacrificio a su IDOLO.

El Dios de Jesús no se impone... se acerca a la orilla enciende la fogata para calentar a los discípulos y darles algo de comer o entra  a la sala y pregunta si tienen algo de comer.

Ojalá tú y yo nos podamos reencontrar con este Cristo resucitado, ojala lo descubramos en su Palabra o en los hermanos o en la eucaristía. Seguro que ese encuentro no quedará infecundo.

Marco Antonio Bellott