viernes, 16 de noviembre de 2012

En las pequeñas cosas

El otro día, algún tipo de grupo incivilizado, en la noche de brujas, arrojó un huevo a la ventana de mi casa. El ruido nos asustó, quedamos perplejos sin poder terminar de entender aquel comportamiento. Es probable que después de este acto se hayan reído y pasaran a otra casa a hacer lo mismo, así, solo por el acto compulsivo de “divertirse” a costa de otros.

Traigo a la memoria aquel hecho porque quiero recordar una frase de un profesor, un maestro de espiritualidad, que solía repetir que el martirio se prepara en las pequeñas decisiones de cada día. Llegar a ser testigo de Cristo, dando la vida por Él no es fruto del azar, uno puede llegar a dar testimonio con su vida cuando ha ido aprendiendo, en las pequeñas cosas, a hacerlo.

No hay aprendizaje si no hay espacios de reflexión acerca de lo que hacemos.

Los padres tenemos la primera responsabilidad educativa al respecto. Se dice que una de las crisis de nuestro tiempo es que, en las familias, no se ponen límites a los hijos, no se  les dice NO, cuando debe decirse. Yo creo que eso puede ser también insignificante en la educación de los hijos porque al fin y al cabo sólo podemos estar expresando nuestras propias frustraciones y limitaciones, no se trata de decir No hagas esto o aquello, sino de DETENERNOS a pensar sobre lo que hacemos, aquilatarlos, ver que trajo de bueno, proponernos en familia lograr “cosas” juntos y sentarnos a ver si las vamos logrando y si no... ver, juntos, la forma de lograrlo -aprender de nuestros errores-. En estas pequeñas cosas, en estos pequeños momentos de la vida de familia, en esos pequeños tiempos-diálogos-conversaciones ayudamos a nuestros hijos e hijas a construir su propia conciencia y, seguro, se van forjando para decisiones mayores. Aún más, van fortaleciendo su autoestima porque alimentan su seguridad personal incluso ante el violento que puede agredirlos desde fuera no sólo con un huevo sobre la ventana, sino con la exclusión, con la violencia del armado, con el grito y el insulto de quien no tiene argumentos para plantear sus ideas (que no es lo mismo que convicciones) o con la imposición de leyes injustas que, como dice Tomás de Aquino, no son leyes.

Estamos, como cristianos, viviendo un año muy especial, el año de la fe, llegar a dar testimonio (martyria) de ese don que hemos recibido en el bautismo se irá construyendo en las decisiones, en los pequeños compromisos de cada día, en este año de la fe y muy cercano al mes de María te invito a mirar cómo ella, habiendo recibido una noticia compleja, no se ensimisma, sino que va donde su prima Isabel y se pone a su servicio, no de palabra... y todo cuanto “la sobrepasa” lo guarda en su corazón. lo que nos recuerda muy bien la frase de la carta de Santiago “muéstrame tu fe sin obras, yo te mostraré mi fe por mis obras” (St 2, 18).

´Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme´. Los justos le contestarán entonces: ´Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?´. Y el rey les dirá: ´Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron´. (Mt 25, 34-40)

Marco Antonio Bellott Pabón

martes, 16 de octubre de 2012

¿De quien es el crédito?


El resto quizá solo sea vanidad

Hace unos años, con un grupo de estudiantes estábamos preparando el material para una de las actividades en un retiro espiritual, cuando terminé de hacer uno de los dibujos mi amiga dijo, marco, ahora tienes que poner tu firma -el dibujo no había quedado muy bonito -. Nos reímos y seguimos preparando el material.
Estamos acostumbrados a citar autores o reconocer el crédito de los autores en la obra que desarrollan. Es un acto de justicia ¿verdad?

Con cuánta mayor razón ¿cómo no reconocer “la autoría” de las personas que hacen el bien? Definitivamente... es un acto de justicia y... además... debiera ser multiplicador de conductas similares. Por aquello de la FUERZA DINÁMICA DEL EJEMPLO.

En el Nuevo Testamento encontraremos algunas cosas interesantes al respecto:

  • San Pablo nos anima a no cansarnos de hacer el bien (2 Tes 3, 13)
  • Jesús recuerda que «nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija» (Lc 8, 16)
  • y también recuerda... «cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6, 2-3)

Ser cristiano es seguir a Jesús: «Tú, ven y sígueme» (Lc, 18, 22; Mt 1, 21; Mc, 10, 21; Mt 8, 22; Lc 9, 59; Mt 9, 9) lo demás no es importante. Tu ven y sígueme, hacer el bien es comprometerse con los valores, con la causa de Jesús, amar a Dios con todo toda la mente, con todo el corazón, con toda la fuerza del alma y al prójimo como a uno mismo (Lc, 10, 27) genera hacer el bien.. tú, ven y sígueme. Lo demás no es importante. Si buscas el aplauso seguro que sigues tras tus propias huellas... Tú ven y sígueme. Ni siquiera tú mismo te aplaudas... solo haz el bien. Ni siquiera el paraíso como recompensa debiera ser tu motor y tampoco hacer el bien por hacer el bien, porque si hacemos el bien es porque haciéndolo es a Él (Jesús) a quien servimos, a Él a quien amamos, a Él a quien seguimos.

Cuando no exasperas a tus hijos (Col 3, 21) es a Él a quien le tienes paciencia o le dedicas tiempo, cuando dices una palabra de cariño a tu pareja, es a Él a quien le diriges esa palabra de cariño; pero seguro esto no sería posible, de verdad, si no encontraras la fuente misma del encuentro... de rodillas... ante el sagrario, presencia real de Jesús hecho eucaristía. Seguro que es más difícil encontrar a Jesús en mis hermanos si no lo he encontrado antes en La Palabra y en la Eucaristía.

Deseo para ti y para mi que aun cuando merecemos el crédito por la autoría de nuestras acciones, no seamos nosotros quienes lo busquemos. Hagamos, sólo, el bien.

Ah... y si no te sale... no te preocupes, Él (Jesús) ya vino antes para reconciliar tu corazón herido y cansado y se hace sacramento, sacramento de reconciliación.

Marco Antonio Bellott Pabón

domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Quien soy?

Lo que dicen de mi.

Se trata de una pregunta interesante y quizá (como para darle realce) sea "la pregunta del millón". Se trata de poder llegar a saber quien se es como para hacer una síntesis y expresarlo.
En el ser humano, ¿quien soy? no tiene una respuesta, ni una respuesta definitiva.

La primera parte de la respuesta tiene que ver con lo que los demás dicen de uno y tendrá mayor o menor importancia de acuerdo a la cercanía que tengan. Lo que hará que algunas opiniones sean solo hojas que el viento se lleva. en cambio otras pueden dejar huellas que terminarán "dando forma al modelito".

Si voy atrás (en las décadas) decían de mi que era un estudiante aplicado, seguro que un buen chico, el típico buen estudiante que obedece, hace sus tareas,saca buenas notas. ¿que dirían de mi mis amigos? No lo se, quizá nunca me interesó, quizá no interesaba, quizá lo más importante era jugar y pasarla bien... y listo... o quizá no estaba atento a lo que se dijera de mi en ese ámbito de relaciones.

Si retrocedo a mi adolescencia, tenía tan claro quien quería ser que aun con etapas de crisis adolescente la mayoría de mis decisiones y quehaceres y amigos se ordenaban de una u otra manera con aquello. en realidad... no estaba preocupado por lo que pensaran de mi. sabía que sabían que era buen estudiante, también buen amigo y parece (aunque nunca me preocupé de aquello) que también era popular. El año que llegúe a mi colegio de secundaria me eligieron presidente del curso (aunque duré en el cargo poquito, creo que menos de una semana... eligieron a todos los nuevos para la directiva :-)... y los dos últimos años del colegio, antes de la graduación, también me eligieron presidente del curso aunque esta vez tenía un equipo potente conmigo.

Si avanzo en el tiempo, las opiniones sobre mí (de lo que me iba enterando y, seguro de las iban teniendo algún efecto en mi) resulta que eran bien variadas: había una época en que pensaban que era gay porque siempre andaba con chicos, mis estudiantes. En aquella época estaba consagrado por entero a Dios y a los jóvenes... y entre los jóvenes con quienes trabajaba como educador no habían chicas, a veces y ocasionalmente como parte del centro juvenil y, en ese contexto decían de mi que salía con chicas.
saltando casi una década voy a recordar dos cosas que se dijeron de mi en distintos otros momentos. Una vez, en un colegio en el que trabajaba la totalidad de mis horas y mis días y en el que era el profesor de filosofía, también el de psicología y también el de religión... conseguí estar estresado por el volumen de trabajo y afectado por la relaciones afectivas con mis estudiantes y estudiantas, con quienes me sentían aun comprometido. En esa época, un día entró la directora a una de mis salas de clase, con un curso que era particularmente conflictivo y dijo a chicos y chicas que ella no estaba dispuesta perder un profesor como "Marquito"... dijo más cosas. Esos fueron años muy especiales, porque para los chicos y chicas yo era un amigo que compartía incluso sus fiestas y reuniones (ellos y ellas me invitaban) pero en la clase nunca dejé de ser el profe y así era. Podían jugar conmigo en los pasillos del colegio pero en la sala de clase bastaba con que diera "ahora comenzamos" para que todos nos pusiéramos a hacer lo que teníamos que hacer.

Recuerdo otra situación muy cerca del otro colegio donde después llegué a trabajar. Estaba caminando por la calle y, de pronto veo en uno de los balcones de la calle que unos chicos sacan a otro que estaba sin camiseta afuera la pieza, y lo dejan en el balcón. Lo que dijo este muchacho (que no era mi alumno) me hizo reír  golpeaba la ventaba y les decía a sus compañeros "¡habrán que está el padre del Colegio!"
A raíz de eso después descubrí que hasta algunos de los profes del colegio, mis colegas, pensaban que yo era jesuita (el colegio era de la Compañía de Jesús).

Hoy, ya me he enterado de varios imaginarios que se han ido construyendo de mi persona, algunos pensaron y compartieron que yo era colombiano. Algunos están convencidos de que soy un ser silente. Algunos quisieran que fuera diferente... Pero si hay una opinión que me importe mi corazón y mi mente va hacia los chicos de la catequesis de confirmación nunca dijeron algo parecido a ¿usted no es de acá, verdad? o ¿de donde es...? Para ellos soy el tío Marco Antonio.


Para quienes, incondicionalmente están más cerca a mi... soy el hijo amado, el hermano y el tío querido y extrañado, el esposo fregado pero querido, el papá que nos saca de quicio pero adorado.

Faltaría decir lo que mis suegros y cuñados dicen de mi... pero serían muchas flores y ya puede parecer un funeral :-)...

Marco Antonio Bellott

martes, 7 de agosto de 2012

Ejerciendo Fraternidad


Vengan y vean.

Varios años atrás veía un video documental acerca de la madre Teresa de Calcuta y me llamó la atención unas escenas en las que un par de jóvenes se le acercaban preguntándole en qué podían ayudar. Ella respondía sistemáticamente “vengan y vean” (seguro recordarás, como yo en ese momento, las palabras de Jesús (Jn 1,39))… podía verse, en el rostro de los muchachos, un cierto desconcierto… otro día estos jóvenes fueron a una casa de acogida donde estaba Madre Teresa y cuando llegaron se estaba sirviendo la comida y le preguntaron ¿Dónde quieres que nos pongamos a servir? (o algo así, ya no lo recuerdo con precisión) y ella volvió a responderles “vengan y vean”. Más adelante, en ese video se verá que se ponen a ayudar sirviendo alimentos o recogiendo o lavando…

Todas las religiones se caracterizan por la forma en que dan culto a Dios, algunos buscando la autocontemplación y la impasividad, otros manifestarán su sometimiento a Dios postrándose en adoración cada cierto tiempo durante el día, donde les toque la hora y dejando de hacer lo que están haciendo, otros desarrollarán ritos que les ayudarán a recordar la omnipotencia y/o misericordia de su Dios, otros incluso ofrecerán sacrificios para aplacar la ira o insaciabilidad de sus dioses.
¿Cuál es el culto cristiano?
M. Teresa de Calcuta
“Vengan y vean” (Jn 1, 39), “Ámense los unos a los otros. Que , como yo les he amado, así se amen también ustedes” (Jn 13,34)
Sí. El culto cristiano pasa por ejercer fraternidad. Digo ejercer porque todos somos hijos del mismo padre, y Él… hace salir el sol sobre buenos y malos (Mt 5, 45), pero no siempre reconocemos al hermano que está frente nuestro, muchas veces pasa a ser un amoroso extraño, en el mejor de los casos; pero también puede ser, un moribundo desconocido, mi Cristo hermano. Es a Él a quien amo en mi hermano, en mi hermana, la cercana, la amable, esa persona que hace méritos para ser recordada con rencor.

La Madre Teresa de Calcuta solía decir “love in action”, poner el amor en acción, hacer realidad el amor: “En verdad les digo que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicieron”. (Mt 25, 34-40)

Sí. El culto cristiano: amar a Dios sobre todas las cosas… pasa por mi hermano, nace del encuentro, real y personal con Cristo en la eucaristía pero se hace realidad en el beso, en la caricia, en la buena y constructiva palabra, en la compañía, en la visita… cuando lavo y curo sus heridas, cuando consuelo… estando a tu lado ahí cuando perdiste la cordura… cuando los medios de comunicación hacen de ti objeto de burla u odio, negocio… cuando soy la providencia de Dios para ti…

Sí… el culto cristiano pasa por ejercer fraternidad.

Que el Espíritu Santo lleve nuestros pasos hacia el hermano que el miedo, la desesperanza, la frustración o la culpa alejó y así, un día, con esta alegría que nadie podrá quitar, regresar a la casa de nuestro Padre.
Marco Antonio Bellott P.

martes, 10 de julio de 2012

Me conoces


El amor conoce y acompaña

Hoy quiero proponerte escuchar (rezar,cantar,danzar) este Salmo (Sal 138, 1-15):
«Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
* * *
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.»

¿Donde huir de tu rostro Yahvéh? quizá fuera más fácil que pudiéramos relacionarnos con Dios en determinados momentos de oración, postrarnos ante él en actos de sumisión y adoración y, después, seguir cada uno con nuestras vidas, como si Dios no existiese. Resulta que está total y plenamente presente, más íntimo a nosotros mismos que nuestra propia conciencia. No está como un observador que mira de lejos lo que sucede o como los dioses de la mitología griega que aun interviniendo, modifican la vida del hombre para “jugar”, para pasar el tiempo.

Este Dios, al que canta este salmo y que me habla a través de él, es... … ... tan íntimo y tan presente porque es amor y... porque es amor... no es una presencia indiferente. Quizá su silencio da la impresión que no interviene; seguro que es porque respeta y espera la respuesta libre del hombre (varón y mujer). No podría ser de otra manera, si no, no sería amor.

Este Amor conoce total e íntimamente al ser humano, de tal manera, que no necesita que el hombre le pruebe nada ya que ama al hombre con pleno conocimiento de quien es. Por eso espera nada del hombre y, al mismo tiempo, espera todo de él. Por eso...
... está completamente comprometido con su historia personal -mi historia, tu historia- precisamente porque sabe quienes podemos llegar a ser.

Así que siendo ya alcanzados, tú y yo, vayamos a refugiarnos en su corazón:

«Vengan a mi los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."» (Mt 11, 28-30)

Marco Antonio Bellott P.

sábado, 28 de abril de 2012

Espíritu Indomable

No sabes de donde viene ni a donde va...


Hace unos días, en un colegio de nuestra ciudad hicieron un simulacro de una situación de emergencia.

Sin previo aviso dieron la alarma.
La gran mayoría de los estudiantes no sabía que pasaba, alguno recordó que era el “aviso de alarma”. Cuando alguien lo dijo, salieron corriendo, mientras tanto, en el patio, uno se podía encontrar con alguno de los niños de más pequeña edad caído porque alguien lo había empujado durante la carrera hacia… (no sabían donde).
Al volver a la sala, el profesor trató de sacar provecho de lo ocurrido para que aprendieran qué no hacer en caso de emergencia, mientras llevaban a enfermería a los que se habían hecho alguna herida que no fuera mayor.
De seguro esta no es la mejor experiencia educativa ya que no fue preparada con los estudiantes, ya que la sorpresa es educativa cuando está preparada y, por lo mismo, cuando sirve para entrenar lo que conviene hacer, cuando previamente niños y niñas saben cómo salir de las aulas para ir a sitios seguros o cómo quedarse dentro y protegerse o … en fin… entrenar y luego reflexionar para evaluar si lo que hicieron estuvo bien hecho. Así, cuando llegue la emergencia, estarán entrenados para dar pasos seguros.

¿Qué pasó en la fiesta de Pentecostés?
De seguro fue un acontecimiento sin precedentes: no había manera de esperar lo que iba a suceder y menos, aun, parámetros de comparación. Aun cuando Jesús les había anunciado el envío del “consolador-defensor”.
Habían pasado casi dos meses de lo ocurrido en la Pascua y durante la “fiesta judía del Shavout” que conmemora la entrega de la Ley en el Sinaí, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jesús irrumpió con ruidos como de viento fuerte y a modo de lenguas de fuego, se posó sobre cada uno de quienes estaban encerrados, con un panorama incierto por delante (aun cuando estaban en oración y en compañía de María, la madre de Jesús).
Después de ser bautizados en el Espíritu, salieron a la calle y anunciaron con tal seguridad su fe que ese día muchos “creyeron y se bautizaron”. (cf. Hch 2, 37-41)

Pensar en esta fiesta, la del Espíritu de Dios, nos hace recordar en su absoluta libertad y en la gratuidad de su amor.
Nos permite recordar que Dios es, también Espíritu y, por lo tanto, no podemos encasillarlo, enmarcarlo, ni adecuarlo en ninguno de los criterios que nos podamos imaginar. De hecho, ni siquiera podemos imaginarlo (la imagen se compone de elementos sensibles y el espíritu no puede ser “captado” por los cinco sentidos) (menos mal que estos cinco no son los únicos sentidos).
También nos permite recordar que si somos amados por Dios no puede haber ninguna fuerza que lo obligue a hacerlo y menos a hacerlo de algún modo en particular: Nos ama como quiere y, por lo mismo, no hay conjuro, ni amuleto, ni rito mágico que lo obligue a… … a hacer lo que sea.
“Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros, (…) con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu.” (Co 3, 17-18)
Es tan libre que haciéndose viento y fuego, desde lo más íntimo de nuestro ser, quedamos regenerados con posibilidad de dar nuestra respuesta, en libertad. Nadie es “poseído” por el Espíritu Santo. Él viene a nosotros… podemos darnos cuenta de su presencia… (nos hace bien silenciar los cinco sentidos…) y en la espera continua, en el silencio profundo, seguro que sabremos encontrar lo que buscamos y seguro que iremos descubriendo y haciendo madurar los frutos de la presencia del Espíritu: “amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza” (Gal 5, 22).

En el sacramento de la confirmación hemos recibido el bautismo del Espíritu Santo quien “(…) viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido (…) el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.” (Rm 8, 26). Así pues, con Él, permitiéndonos tiempos de entrenamiento, estaremos preparados para descubrir su presencia, para mirar al intocable, para escuchar al inaudible, para mirar al invisible, saboreando su presencia.

Que el calor de su fuego inflame tu corazón y, mientras, tú también ruega, con el Espíritu para que así se haga en mí.

martes, 17 de abril de 2012

No tienes nada que temer de mi.


El hombre resucitado.

Marco Antonio Bellott
Hace años conocí un profesor que tenía la costumbre de separar los grupos de estudiantes (adolescentes) que se habían formado en la sala de clase. Decía que, si no lo hacía, la indisciplina sería general. ¿Porqué lo hacía? la respuesta podría parecer obvia (evitar la indisciplina) y, quizá, no lo sea tanto.
Por otro lado, una esposa reclamaba a su esposo que sus hijos le tenían miedo, que no se hacía querer. Analizando las relaciones dentro de la familia se descubrió que la mamá, cada vez que quería poner orden en la casa decía algo parecido a esto: "Ya verán cuando llegue su papá".
Disciplina, orden... tranquilidad... acá parecieran realidades semejantes; quizá tiene mucho que ver con un afán de controlar lo que sucede “a mi alrededor”; una especie de afán por ser dueño/a  (dominar) de lo que sucede. Quizá, a propósito, surjan sentimientos de miedo ante lo que no podemos controlar. ¿Podemos controlar, dominar, ser dueños del otro?
Mirar al ser humano y acercarme a él, mi hermano, sin escudos protectores, debiera ser la actitud de quien, habiendo resucitado con Cristo, va al encuentro y dice “... alégrense (...) No teman" (Mc 28, 9-10). "No tienes nada que temer de mi".
..... ..... .....
Por el bautismo hemos muerto y resucitado con Cristo; somos hijos en el Hijo, somos resucitados en El Resucitado. la Salvación se ha realizado, y, al mismo tiempo, nos toca hacerla realidad: "El Reino de Dios ha llegado" y, al mismo tiempo, nos toca hacerlo realidad. "No tengan miedo, soy Yo" es una realidad y, al mismo tiempo, nos toca hacer que sea realidad.
A nuestro alrededor hay muchos cristianos, desde pobres y solos, hasta cristianos que tienen en sus manos el poder de hacer un mundo mejor. Si, la resurrección de Cristo es fuente de alegría, una alegría que no es un acto de magia, sino una alegría que se construye y por la que nos hacemos cargo de la felicidad del otro. Entonces este “no tienes nada que temer de mi”, no se queda en el gesto ni en la palabra sino que da los pasos necesarios para construir o reconstruir confianzas: Es Jesús quien va al encuentro de sus discípulos, es Jesús quien dice a Tomas mete tu mano en mi costado y no dudes más (Jn 20, 27), es Jesús quien camina con sus discípulos y les explica las escrituras (Lc 24, 13-33)... Es Jesús quien cura las heridas que el miedo ha dejado en el corazón de los discípulos (Jn 21).
Sí, nosotros, tú y yo, somos "otros Cristos"; nos toca también dar esos pasos para reconstruir confianzas.

Alégrate María,
porque quien mereciste llevar en tu seno
ha resucitado
según lo había dicho. Aleluya.

jueves, 23 de febrero de 2012

El amor humaniza, no hace cómplices

Hace varios años llegó a la universidad en la que trabajo una religiosa que se puso a trabajar junto a los jóvenes. Recuerdo bien que en uno de los conflictos entre estudiantes y universidad un amigo me comentaba que los dichos de esta religiosa ante la situación parecieran el efecto de alguien que estaba padeciendo del síndrome de Estocolmo. En aquella oportunidad solo dije algo parecido a "¿te parece? o ¿estas seguro? o ¿porque lo dices?" y ahí quedó la conversación.
Hoy recordé este hecho mientras leía a José Ignacio Gonzalez Faus en "El Naufragio de la Izquierda" allí señala que una característica de ser de izquierdas es ponerse del lado del pobre, del que sufre, del oprimido, del enfermo, del marginado.
En aquella oportunidad no me hizo sentido aquello del síndrome de Estocolmo que, en todo caso tiene que ver con establecer una relación afectiva con aquel que ejerce opresión (un secuestrador); pero en el caso de un cristiano el ponerse del lado de quien no tiene poder para ejercer presión sino que puede ser una víctima... se convierte en un deber.
Esto también me trae, a mi memoria inmediata, una frase del Papa Benedicto XVI (no la recuerdo con precisión), que recientemente (hace un par de semanas) recordaba denunciar el mal. Como digo no recuerdo con precisión la frase pero definitivamente tiene que ver no ser indiferentes ante el mal que victimiza a nuestros próximos.

domingo, 19 de febrero de 2012

Gracias Dios por ser bueno

Esta mañana estaba leyendo unos pensamientos de Carlos G. Vallés SJ y uno de los párrafos, que hace referencia a la autobiografía de Andrea Agassi, me trae variados recuerdos:
"Tengo que jugar con Chang. Juego con agresividad. Envidio sus principios y su disciplina en el juego – pero sencillamente no me gusta. Siempre va diciendo sin más que Jesús está de su parte, y cada vez que gana señala al cielo, da las gracias a Dios, le da a Dios todo el crédito, y eso me molesta. Que Dios es parcial en un partido de tenis, que Dios se declara estar en contra mío, que Dios está en el lado de Chang, todo eso es estúpido e insultante, una mezcla de egoísmo y religión que me revienta. Le gano en cuatro juegos. Jesús pierde."
 ¿Dios toma partido? ¿Dios quiere más a unos que a otros? ¿a unos bendice y a otros maldice?
Si Dios es el Dios que Jesús de Nazareth muestra, parece que la respuesta es un no rotundo ya que " hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. " (Mt 5,45)
Evidentemente uno se siente agradecido por el bien que recibe en la vida y que llegan de Dios y al mismo tiempo debiera sentirse comprometido por el bien de quienes están cerca o a quienes convierte sus cercanos.

Investigadores demuestran la importancia de la autoestima en el desarrollo de la persona, en todo aspecto (incluso en el rendimiento escolar). Pues la base de la autoestima Cristiana es sabernos amados de Dios.
Dios me ama incondicionalmente y está comprometido con mi bien de tal manera que estoy unido indisolublemente a Él. En mi vive Dios.
Esto no vale sólo para mí sino para cada ser humano y de manera particular para cada bautizado que por medio de este sacramento ya goza de las primicias del Reino (Jesús mismo).

Así que a liberarnos de miedos y sentirnos seguros, amados y a salvo que sabemos en quien hemos puesto nuestra confianza (2Tim 1, 12)