viernes, 16 de noviembre de 2012

En las pequeñas cosas

El otro día, algún tipo de grupo incivilizado, en la noche de brujas, arrojó un huevo a la ventana de mi casa. El ruido nos asustó, quedamos perplejos sin poder terminar de entender aquel comportamiento. Es probable que después de este acto se hayan reído y pasaran a otra casa a hacer lo mismo, así, solo por el acto compulsivo de “divertirse” a costa de otros.

Traigo a la memoria aquel hecho porque quiero recordar una frase de un profesor, un maestro de espiritualidad, que solía repetir que el martirio se prepara en las pequeñas decisiones de cada día. Llegar a ser testigo de Cristo, dando la vida por Él no es fruto del azar, uno puede llegar a dar testimonio con su vida cuando ha ido aprendiendo, en las pequeñas cosas, a hacerlo.

No hay aprendizaje si no hay espacios de reflexión acerca de lo que hacemos.

Los padres tenemos la primera responsabilidad educativa al respecto. Se dice que una de las crisis de nuestro tiempo es que, en las familias, no se ponen límites a los hijos, no se  les dice NO, cuando debe decirse. Yo creo que eso puede ser también insignificante en la educación de los hijos porque al fin y al cabo sólo podemos estar expresando nuestras propias frustraciones y limitaciones, no se trata de decir No hagas esto o aquello, sino de DETENERNOS a pensar sobre lo que hacemos, aquilatarlos, ver que trajo de bueno, proponernos en familia lograr “cosas” juntos y sentarnos a ver si las vamos logrando y si no... ver, juntos, la forma de lograrlo -aprender de nuestros errores-. En estas pequeñas cosas, en estos pequeños momentos de la vida de familia, en esos pequeños tiempos-diálogos-conversaciones ayudamos a nuestros hijos e hijas a construir su propia conciencia y, seguro, se van forjando para decisiones mayores. Aún más, van fortaleciendo su autoestima porque alimentan su seguridad personal incluso ante el violento que puede agredirlos desde fuera no sólo con un huevo sobre la ventana, sino con la exclusión, con la violencia del armado, con el grito y el insulto de quien no tiene argumentos para plantear sus ideas (que no es lo mismo que convicciones) o con la imposición de leyes injustas que, como dice Tomás de Aquino, no son leyes.

Estamos, como cristianos, viviendo un año muy especial, el año de la fe, llegar a dar testimonio (martyria) de ese don que hemos recibido en el bautismo se irá construyendo en las decisiones, en los pequeños compromisos de cada día, en este año de la fe y muy cercano al mes de María te invito a mirar cómo ella, habiendo recibido una noticia compleja, no se ensimisma, sino que va donde su prima Isabel y se pone a su servicio, no de palabra... y todo cuanto “la sobrepasa” lo guarda en su corazón. lo que nos recuerda muy bien la frase de la carta de Santiago “muéstrame tu fe sin obras, yo te mostraré mi fe por mis obras” (St 2, 18).

´Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme´. Los justos le contestarán entonces: ´Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?´. Y el rey les dirá: ´Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron´. (Mt 25, 34-40)

Marco Antonio Bellott Pabón

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