jueves, 23 de febrero de 2012

El amor humaniza, no hace cómplices

Hace varios años llegó a la universidad en la que trabajo una religiosa que se puso a trabajar junto a los jóvenes. Recuerdo bien que en uno de los conflictos entre estudiantes y universidad un amigo me comentaba que los dichos de esta religiosa ante la situación parecieran el efecto de alguien que estaba padeciendo del síndrome de Estocolmo. En aquella oportunidad solo dije algo parecido a "¿te parece? o ¿estas seguro? o ¿porque lo dices?" y ahí quedó la conversación.
Hoy recordé este hecho mientras leía a José Ignacio Gonzalez Faus en "El Naufragio de la Izquierda" allí señala que una característica de ser de izquierdas es ponerse del lado del pobre, del que sufre, del oprimido, del enfermo, del marginado.
En aquella oportunidad no me hizo sentido aquello del síndrome de Estocolmo que, en todo caso tiene que ver con establecer una relación afectiva con aquel que ejerce opresión (un secuestrador); pero en el caso de un cristiano el ponerse del lado de quien no tiene poder para ejercer presión sino que puede ser una víctima... se convierte en un deber.
Esto también me trae, a mi memoria inmediata, una frase del Papa Benedicto XVI (no la recuerdo con precisión), que recientemente (hace un par de semanas) recordaba denunciar el mal. Como digo no recuerdo con precisión la frase pero definitivamente tiene que ver no ser indiferentes ante el mal que victimiza a nuestros próximos.

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