Pareciera que la vida actual es una carrera por lograr:
- lograr indicadores, alcanzar metas, recibir premios y reconocimientos, tener muchos amigos en Face Book y muchos seguidores en Twiter.
- una búsqueda continua de premios y reconocimientos que si no son la consecuencia de nuestros actos terminan “afectando nuestra autoestima”
“Vanidad, pura vanidad, nada más que vanidad” (Qo 1, 2) (*)
Una búsqueda, casi desenfrenada por alimentar el EGO: YO, YO, YO... YO … yo mando, yo puedo, nadie me manda... EGO y DOMINIO van de la mano “Yo soy dueño de..., decido sobre...,... mucho mejor si además recibo aplausos.
Seguro que hemos encontrado, en algún momento de nuestras vidas, personas que se aferran fuertemente a sus “milímetros cúbicos de poder” para hacer sentir a otros que “tienen poder”... “Vanidad, pura vanidad”. Si hasta pareciera que incluso las prácticas religiosas están impregnadas de esa búsqueda: cuando parecen sin sentido cuando no satisfacen nuestro EGO, “cuando nos aburren”, “cuando no nos agradan”, “cuando no se adaptan a nuestras necesidades” o no son un espectáculo digno de los espectadores.
Estudios de psicología del desarrollo demuestran que las personas crecemos, nos desarrollamos, cuando recibimos amor. Los primeros años de vida significarán cercanía corporal, abrazos, caricias... ese amor recibido será un potente sanador, a lo largo de la vida.
El amor es fuerza que nos lleva al encuentro del otro y esa fuerza potencia nuestro crecimiento.
“Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.” (Jn 13, 13-14)
Ponernos al servicio es una decisión profundamente liberadora y, al mismo tiempo, factor de desarrollo humano. Además, para los cristianos es un acto religioso porque sirviendo a quien tenemos al lado o a quien hacemos cercano, servimos al mismo Dios, nuestro Padre.
Esta fuerza la deseo para ti y me encomiendo a tus oraciones para que yo mismo sea cada día mejor servidor.
------------------------------------
(*) El Qohelet ( Eclesiastés).
------------------------------------
(*) El Qohelet ( Eclesiastés).
2 comentarios:
Oye Marco, ¿y cómo se re educa el EGO?
Lo sigo pensando en mis hijos. ¿Será natural esa tendencia al YO, YO y YO? Pareciera que en etapas de la vida sí. Que lo necesitan. ¿Cómo se les responde cuando, al igual que tú, uno está tan convencido de la inconveniencia de autocentrarse?
Un abrazo,
Pablo.-
El ego no es malo, ni nos hace mal; pero la manera de crecer (y esto puede ser fácilmente evidenciable) es abrirse al otro.
en la adolescencia es un hecho el niño se va convirtiendo en adulto y lo primero que hace es salir de si mismo, abrirse al grupo de amigos, abrirse a la pe}areja y lo interesante es que cuando se abre al otro va mejorando, incluso en el cuidado personal :).
Un abrazo.
Publicar un comentario