domingo, 13 de abril de 2008

Intersubjetividad (parte I)

Cada día estamos más acostumbrados a términos como interactivo, interacción, red, redes sociales, Net, Internet, Web, Web 2.0 y otros que se refieren a la posibilidad de establecer relaciones, ya sea en espacios virtuales, sociales o de persona a persona.

Si miramos a nuestro alrededor quizá no nos demos cuenta, a simple vista, que se producen interacciones constantemente: interactuamos con el aire que respiramos o que roza nuestra piel; pero no solo nosotros, también animales, plantas, construcciones, obras de arte, la piedra en un jardín, el aire y la humedad ambiental. Existe interacción con la radiación solar, con el tiempo (y la lista podría continuar casi indefinidamente) aun si nuestros sentidos no nos llaman la atención sobre ello, aun si no lo percibimos.

Evidentemente, hay que diferenciar entre interacciones. Por ejemplo, no se puede comparar la interacción producida por una silla de montar en la espalda de un caballo, con la misma silla colocada sobre una piedra o un cerco de madera. Una piedra lanzada hacia la frente de una persona y la misma piedra sobre el césped.

Claramente se dan acciones entre objetos, de unos con otros o sobre otro; pero las consecuencias (o si prefieres, reacciones) son muy diferentes. Me detendré a analizar un tipo de relaciones muy particulares y únicas. Relaciones que se dan sólo entre personas (ya sean humanas o espirituales).

OBJETO --- OBJETO

La piedra está sobre el césped, el aire, el calor del sol, la humedad, la noche, interactúan con la piedra, hay lugares donde las piedras se quiebran por el cambio de temperaturas entre el día y la noche, otros donde la humedad es tan alta que sobre ella crecen líquenes o musgo; el césped que está por debajo de la piedra se pone amarillento porque no puede generar clorofila. Las piedras en el camino están ahí, las personas que pasan a su lado quizá las pisan o desplazan hacia un costado del camino pero mientras no produzcan malestar al caminante lo más probable es que ni se dé cuenta de las piedras que pisa o patea.

¿Qué sucede cuando este tipo de relaciones se dan entre las personas, entre seres humanos?

Pues si, parece que la indiferencia marca este tipo de relaciones: la piedra no necesita darse cuenta del césped, ni el zapato de la piedra, ni la radiación del sol sobre el entorno. Pero cuando caminamos entre “gentes” totalmente desconocidas, por las avenidas, en coches de servicio público, en el metro… si por una de esas casualidades nos topamos con alguien, si tienes suerte te dice “disculpa” o si tu le pides disculpas quizá tengas suerte y encontrarás alguna amable respuesta o quizá un sonrisa; lo más probable es que la indiferencia marque ese espacio de tiempo, en esa instantánea relación.

Las relaciones entre seres humanos, marcadas por la indiferencia en las que no existe el otro, en las que cada uno es un número más añadido a la estadística o a los cálculos económicos; donde no importa quien sino cuanto es un tipo de relación que degrada al ser humano al nivel de objeto, de cosa: está ahí.

SUJETO --- OBJETO (...)

© Marco Antonio Bellott
abril, 2008

1 comentario:

Gema dijo...

Qué poética forma de describrir una realidad que duele en una sociedad de "humanos": la indiferencia.
Mañana miraré las "piedras" de mi camino de otra forma.